martes, 20 de marzo de 2018

Pedagogía y esclavitud

¿Donde encontramos la pedagogía? No en el trabajador libre, como el hojalatero "Cuerpo Azucar", dueño de sus conocimientos concretos y que los comparte libremente. Aquí el aprendizaje fluye libremente, sin intermediarios.

Encontramos pedagogía en los miserables "diseñadores sociales", "gestores sociales", "gestores del cambio", como quieran llamarse. En los individuos que roban el conocimiento y el aprendizaje para decidir ellos (es decir sus amos) quién debe saber qué. Esos individuos mezquinos, palanganeros del poder político, que se autoproclaman orientadores, incluso orientadores de orientadores (En Catalunya, donde este fenómeno llega al paroxismo, se dan casos de orientadores de orientadores de orientadores). Roban el conocimiento y los canales de aprendizaje, son los pedagogos.

Hace exactamente cien años en La Vanguardia (19/3/1918 página 9) encontramos un artículo de pedagogía en el que podemos encontrar muchos elementos la "nueva educación": Desprecio al aprendizaje memorístico, desprecio del libro de texto, fomento de los aprendizajes prácticos, aprendizaje aplicado a la vida real... Como parte del diseño de una sociedad en la que la mitad (femenina) está al servicio de la otra mitad (la masculina) en régimen de esclavitud. Aquí no hay libertad, y mucha pedagogía.


Especulo con la idea de que encontraríamos mucha "nueva educación" en el aprendizaje que recibían los esclavos en las sociedades antiguas.



CUESTIONES PEDAGÓGICAS

Platos del día


(La Vanguardia 19/03/1918 página 9)
 

Está todavía por dilucidar si la enseñanza de la economía doméstica en sus diversas y no pocas modalidades, que abarcan desde coser un botón y lavar un pañuelo hasta freír un par de huevos y fregar la losa, corresponde al grado superior de las escuelas primarias ó ha de ser privativa de las escuelas especiales de índole postescolar, que los franceses llaman ménagères porque en su idioma ménager significa emplear las cosas con economía; y por lo tanto, debiéramos llamar los españoles escuelas económicas, si este adjetivo no hubiese perdido por abuso y extensión su etimológico significado de regla de la casa ó gobierno doméstico.

A mi entender, sujeto como ningún otros a errores y equivocaciones, pero que a ningún otro cede en sinceridad, los programas escolares de la primera enseñanza femenina abarcan demasiadas materias, y de ellas hay algunas que no debieran ser obligatorias, porque no entran en la natural esfera de la cultura general de la mujer, ni convienen igualmente a todos los temperamentos intelectuales.

En cambio, se echan de menos en la enseñanza primaria de las escuelas nacionales los principios rudimentarios de economía domestica, cuyo conocimiento práctico le sirva a la educanda para ampliarlos con mayor provecho en las escuelas económicas, que todavía no han brotado de la mente del legislador y que con preferencia a otras inversiones de fondos, menos justificadas, debieran establecerse, por lo menos una, en cada distrito escolar.

He dicho conocimiento práctico, porque en cuanto al teórico ó verbalista de la economía doméstica, hay tratados de sobra que las alumnas aprenden de memoria sin entender una palabra de lo que dicen, para al fin y a la postre quedarse sin postres y sin principios de economía doméstica cuando el inspector visita la escuela y les pregunta que cómo se las manejarían para confeccionar con cuatro pesetas una comida lo suficientemente nutritiva para cuatro personas que, por supuesto, no tengan la gula por pecado capital ni tampoco sean de muy melindrosas tragaderas.


Desde luego que sin necesidad de libros de texto ni lecciones de memoria, que en la enseñanza escolar de la economía doméstica son tan incongruentes como los de urbanidad (pues ambas artes se han de aprender por el ejercicio) pueden las profesoras explicar a las alumnas el valor nutritivo de los alimentos, la diversa eficacia de los combustibles, la [ilegible] de los ingredientes y la [ilegible] de las frutas, hortalizas, legumbres, carnes y pescados en el arte de cocina, señalando sus ventajas e inconvenientes desde el punto de vista higiénico, que es el más interesante en culinaria. 

Todas estas lecciones, que pueden resumirse en un cursillo de una docena a los sumo para las alumnas de grado superior, serían el introito o preliminar teórico de las prácticas culinarias o arte de la cocina que, si los ministros del ramo habidos y probablemente por haber supiesen lo que con la cartera les ponen en las manos, no centralizaran de seguro en una Escuela del Hogar donde proveer a la manutención de las femenina clientela del ministerio, sino que instituirían Escuelas de economía doméstica con profesorado técnico y sin clases teóricas, cuyas enseñanzas abarcaran todo lo concerniente a la gobernación de las casas de familia, y aun de huéspedes, si a sutilizar fuéramos la cuestión que tratamos.

Sin duda hay instituciones de enseñanza femenina y fundación particular en que se dan lecciones prácticas de cocina casera, y no falta alguna que otra maestra nacional que por su cuenta y riesgo enseñe también supletoriamente el arte culinaria. Pero con toda la consideración debida a tan loables iniciativas, me permitiré indicar que, a mi falible juicio, cuyo único apoyo es el buen sentido con que deben observarse los hechos, la mayor parte de esas lecciones prácticas de cocina no están acomodadas a la economía doméstica, sino al despilfarro, ó por lo menos a la prodigalidad, por lo costosos en manjares, ingredientes, condimentos, combustible, tiempo y trabajo que resultan platos del día, mejor preparados para regodeo del paladar y tormento del estómago, que para saludable manutención de la salud y la vida. Puesto que el criterio predominante en España es que el espíritu religioso ha de vivificar las primera enseñanza, parece natural que ninguna de sus materias asignadas se aparte de la ortodoxia religiosa; y por lo tanto, las prácticas culinarias, que forman parte integrante de la economía doméstica, debieran subordinarse, o no hay sentido común en el mundo, a la regla expuesta por San Pablo cuando les dijo a los fieles de Corinto: "Pues si coméis o si bebéis o hacéis cualquiera otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios." 

Por consiguiente, no están en armonía con la doctrina cristiana esas recetas culinarias que en los reversos de las hojas del almanaque y en los libros de cocina son incentivos de la gula y estímulos del derroche, porque además de necesitarse rentas de magnate para confeccionar según sus normas los platos del día, echan mano con frecuencia de ingredientes como pueden serlo los alcaloides, pues en resumido análisis no son otra cosa que alcaloides en mínima dosis las especies de la moderna culinaria.

Prescindamos de si es mejor o peor el régimen vegetariano que el carnívoro, o sí para no disgustar a nadie preferimos el régimen mixto con predominio vegetariano. Esto son cuestiones de gusto y a veces de estómago; pero en lo que no cabe otra oposición que la de la rutina ó de la ignorancia, es en que las lecciones de culinaria práctica, si han de tener carácter eficazmente educativo y de provechosa utilidad para las futuras amas de casa, para las madres de familia cuya modesta posición social no les consienta suplementos de crédito, deben adoptar por tanto experimental recetas que a la sencillez de confección y valor nutritivo añadan el sabroso gusto de un sano condimento sin especias irritantes. La gracia está enseñar a las niñas que no han nacido para duquesas sino para menestralas, a guisar los manjares de consumo corriente en la vida de familia, sin artificios de restaurante ni comistrajos de figón.

Bien está que a las que sientan vocación de cocineras de casa grande, se les enseñe a confeccionar a su costa los platos cuyo enrevesado nombre es muchas veces disimulo de su nocividad; pero a las que no han de gobernar más casa que la suya, no les vayamos con perdices rellenas ni palominos escabechados, sino enseñémosles a guisar un buen arroz con pollo, pero sin pollo, que si la mano es hábil y el ingenio agudo, bien se pueda guisar de modo que quien lo coma se relama de gusto. 


No sería difícil mejorar en las clases de economía doméstica la enseñanza del arte culinaria en armonía con el presupuesto de la obrera y de la mujer de la clase media que más aún lo necesita para salir del error en que está de gastar en lujos superfluos lo que escatima de los necesarios alimentos. La mayoría de las amas de casa no disponen de otra norma culinaria que la señalada sin reparar en gastos en los libros de cocina, tan funestos para la economía de las familias como los de novelas policíacas para la higiene moral. No hay en esos [ilegible] libros receta alguna cuya confección cueste menos de lo que gana en un día el obrero de más crecido salario, y para mayor estrago ninguna prescinde de especias como pimienta, mostaza, canela, nuez moscada, vainilla, y otras igualmente excitantes e irritantes que son para los manjares lo que los perfumes para la ropa: encubridores de suciedades y repugnancias.

Quien detenidamente reflexione sobre esta cuestión, advertirá que no es baladí ni de subalterna importancia, porque se puede vivir sin los adminículos con que el siniestro aspecto de la civilización va complicando la existencia pero no se puede vivir sin comer, que es función prelatoria de la filosofar.

Pero el comer bien no es lo mismo que e1 bien comer. Pueden comer bien y digerir mal los glotones cuyo temprano ó tardío castigo es la dispepsia ó la gastralgia. Quien bien coma, es decir, quien tenga esposa, madre, hermana ó hija que gobierne la casa con igual habilidad en la sala que en la cocina, y no se haya dejado alucinar por las recetas de relumbrón contrarias a la verdadera economía, fraguará la salud del cuerpo en la oficina del estómago y no invertirá en la partida de alimentación mes de lo que en bien llevadas cuentas le consienta su presupuesto.

No tanto en contra cabe decir de las recetas para la confección de frutas de sartén, pastelería, confituras, mermeladas y compotas, cuyo conocimiento práctico es de mucha utilidad para los acostumbrados extraordinarios que suelen hacerse en las casas en días como el de hoy, y en los que se celebra algún señalado acontecimiento de familia.

Con todo, es evidente que el libro de cocina casera, cuyas recetas se ajusten a las reglas de economía doméstica está todavía por escribir.

FEDERICO CLIMENT TERRER




1 comentario:

  1. La pedagogía es a la enseñanza lo que la consultoría a la empresa.

    ResponderEliminar