domingo, 25 de febrero de 2018

El poder del pensamiento negativo

Como en todo organismo vivo, a medida que el Sistema Educativo se va debilitando se vuelve más y más vulnerable, más y más permeable a patógenos y todo tipo de elementos nocivos que en un sistema fuerte y sano jamás penetrarían.

Uno de los patógenos mentales más peligrosos es el llamado "pensamiento positivo", es decir, el ancestral "pensamiento mágico": Poder levantar piedras sin ir a por ellas, sólo con el poder de la mente. Lleva el ser humano intentándolo desde la época de las cuevas de Altamira, sin conseguirlo jamás, pero ahí está el dichoso pensamiento, consustancial al ser humano.

El sistema educativo, en su degradación, abandona la transmisión de  conocimientos, es decir, realidades, que son los anticuerpos naturales para una mente crítica, fuerte, y pretende dedicarse a la gestión de las emociones, es decir, de los deseos, con lo que infantilizar aún más la juventud, favorecer aún más si cabe la invasión de todo tipo de majadería new-age pseudocientífica, neuro-emocional, convertirlos en una masa infantil, acrítica y consumista.

Un artículo muy interesante sobre la penetración del "pensamiento positivo" en las escuelas es

https://educacionysensatez.blogspot.com.es/2018/02/el-pensamiento-positivo-invade-la.html

A finales de los años setenta el profesor Laurence J. Peter  alcanzó bastante renombre con su "Principio de Peter". un librito absolutamente imprescindible  para protegernos de las malas artes de los embaucadores, charlatanes e incompetentes que ocupan los puestos superiores de toda jerarquía.


En otro de sus libros, "Los personajes de Peter", dedica un capítulo a desmitificar y denunciar la toxicidad del llamado "pensamiento positivo", haciendo referencia a otro autor, Donald G. Smith, y su libro "How to Cure Yourself of Positive Thinking" (Como curarse uno mismo del pensamiento positivo).


Aquí os dejo una copia de este capítulo, que lo disfrutéis.


EL PODER DEL PESAMIENTO NEGATIVO

Cuando oigo a Normant Vicent Pealing, me siento terriblemente abatido.

Como la mayoría de mis contemporáneos, yo fui adoctrinado con la popular filosofía llamada pensamiento positivo. Tratando de vivir conforme a ella, experimenté los años más desventurados y frustradores de mi vida. Pero siempre me esforcé por mantener vivo el optimismo de un verdadero creyente. Me fijaba objetivos que no podía lograr, creyendo que la felicidad y el éxito dependían de mantenerme en vibrante armonía con el Cosmos. mis expectativas positivas conducían a frecuentes decepciones y deseos incumplidos, porque yo no comprendía que se trataba de un camino sin final.
Acabó llegando el día en que abandoné esta optimista y terca tendencia optimista, optando por las realidades de la consecución en lugar de esos días mejores que no parecen no llegar nunca. Empecé a apreciar las buenas cosas que sucedían a mi alrededor. La vida no era ya una lucha por objetivos inalcanzables. Había descubierto, por fin, el poder del pensamiento negativo.
Puede usted imaginar mi satisfacción cuando, después de diez jubilosos años de vivir conforme a esta nueva filosofía negativa, encontré un librito recién publicado titulado How to Cure Yourself of Positive Thinking (Cómo curarse uno mismo del pensamiento positivo), y subtitulado El libro que descubre las falacias, trampas y trágicas falsas esperanzas del pensamiento positivo y defiende brillantemente el establecimiento de un nuevo orden, alegría y libertad en su vida mediante el expediente de ser negativo. Al leer el libro, me encontré con esa gratificante experiencia que es leer las palabras de un autor que había realizado los mismos descubrimientos que yo sobre la forma en que vivir.

Así pues, entrevisté a Donald G. Smith, el autor, que resultó ser la clase de filósofo práctico desenfadado, campechano y feliz que el libro me había hecho esperar.
Presento a continuación un resumen de sus argumentos en favor del pensamiento negativo. Su tesis principal es que, como buscadores de la verdad en un mundo constantemente empujado, arrastrado y zarandeado por Madison Avenue y que se está cansado del cambio por el cambio, debemos aprender a decir NO a los fatuos sermones comúnmente disfrazados de verdad. Al esforzarnos en realizar un viaje feliz a lo largo de la vida, debemos guiarnos cada uno de nosotros por las realidades de la existencia. Si queremos medrar y prosperar, debemos aprender a vivir en un mundo de qué es y qué puede ser.
El problema de la filosofía del pensamiento positivo es que se basa en una irrealidad basada en puros deseos. Cuando se plasma en palabras, se convierte en un arma verbal utilizada para atacar a cualquiera que se atreva a discrepar. «Deja de ser tan negativo» se ha convertido en el rechazo definitivo a quienquiera que tenga el buen sentido de percibir el error de una propuesta monumentalmente absurda. Se trata, de hecho, de una maza -enmascarada como verdad eterna- utilizada para mantener en su puesto a un presuntuoso y preparar el camino para el avance de absurdos colosales. Pero, a menos que nos curemos del pensamiento positivo y adquiramos la fuerza necesaria para decir NO a la ineficacia, engaños, información defectuosa y trágicas falsas esperanzas de los mercachifles de mitos, estaremos condenados a unas vidas frustrantes gastadas en anticipar unos tiempos mejores que aguardan tras el siguiente recodo del camino. El aspecto más peligroso del pensamiento positivo es que contiene su propia característica infalible. Si no da resultado, es que uno no se ha esforzado lo suficiente.
Uno de los aspectos más desconcentrantes del pensamiento positivo es que las personas que menos recompensa reciben, son las que con más intensidad parecen creer en él. Están convencidas de que funciona, cuando, evidentemente, no funciona en absoluto. Creen que, si se concentran en la consecución de algún gran beneficio, entrará en acción una especie de fuerza que alineará las energías del Universo con la realización de sus objetivos.
La razón de que los pensadores positivos fracasen es que sus procesos filosóficos parten de una falsa premisa. Cree que la bondad es algo a conseguir y, por tanto, que debe uno idear algún medio para conseguirlo.
El pensamiento negativo presupone que la bondad no es más que la ausencia de maldad y que la vida, el mundo, las energías que fluyen ya en torno a nosotros, son esencialmente buenas. Sin rompimiento, hay armonía; sin ruido, hay silencio; sin desacuerdo, hay acuerdo; sin embriaguez, hay sobriedad; sin enfermedad, hay salud; sin resistencia, hay corriente. Sin infelicidad, discordia, fracaso y frustración, podemos esperar que la vida sea feliz, fructífera y productiva. Puesto que la felicidad no es un artículo que nos ayude a encontrarla, ni necesitamos tampoco esperar que Aries descienda a la quinta casa de Escorpión el tercer jueves del mes. No, dice Smith. Son los desilusionados positivos quienes descubrieron que no da resultado y no tienen la más mínima idea de qué hacer al respecto.
Desgraciadamente, los pensadores positivos han creado un estereotipo del pensador negativo que lo presenta como un individuo huraño y solitario que se interpone en el camino del progreso tecnológico. No es sorprendente que los pensadores positivos tengan la desfachatez de atribuirse el progreso humano, cuando, en realidad, el invento es parte de un proceso evolutivo en la expansión inevitable del conocimiento. Así, el telégrafo siguió naturalmente al conocimiento de la electricidad, seguido, a su vez, por el teléfono, la radio, el radar y la televisión. Se trata de una progresión normal. El pensamiento positivo no la produce, y el pensamiento negativo no la impide.
Cuando leemos la inspiradora historia de Charles Lindbergh, por ejemplo, se nos habla de su determinación y su firme voluntad. Sin minimizar en absoluto la magnitud de su hazaña, Smith señala que Lindbergh era un gran piloto de aviación y se hallaba tan capacitado como cualquier hombre de su tiempo para intentar cruzar el Atlántico. Aunque los riesgos eran grandes, se fijó un objetivo razonable. En 1927, un piloto competente y tripulando el aparato adecuado podía sobrevolar en solitario el Atlántico. En cualesquiera otras condiciones, habría sido imposible, y todo el pensamiento positivo del mundo no habría podido llevarle desde Nueva York hasta París. Según Donald Smith, Lindbergh no era un pensador positivo. Era un realista, como lo eran Edison, Watt, Colón y Marco Polo..., hombres prácticos y decididos que marchaban hacia delante y alcanzaban lo inalcanzable.
Una de las más importantes quejas de Smith, quizá la fuerza fundamental de us campaña en favor del NO, es el número de personas totalmente incompetentes que toman decisiones importantes y obligatorias. Así, la ruta de viaje es planeada por alguien que no sabe leer un mapa; el programa de publicación es fijado por la persona que menos sabe acerca de producción y comercialización de libros; el presupuesto para atletismo lo confecciona un funcionario que no sabe nada de deportes; se puede esperar que las políticas y decisiones de personal corran a cargo de un inadaptado social que siempre ha tenido problemas para relacionarse con la gente; la marcha de protesta es encabezada por un bocazas que apenas si entiende la cuestión que la motiva. Cualquiera que sea el empeño, dice Smith, podemos tener la seguridad de que un ignorante total emergerá del grupo y se presentará a sí mismo como un Moisés redivivo para llevarnos de nuevo, infortunadamente, a Egipto.
Es necesario, por tanto, que personas dotadas de valor y buen sentido se pongan en pie y exclamen: ¡NO!

MÁXIMA DE SMITH: En la mayor parte de las empresas colectivas, la decisión final será tomada por la persona menos cualificada para ello.

Los personajes de Peter, pág. 165-169

3 comentarios:

  1. Aunque no se centra en el ámbito educativo, otro buen libro sobre el tema del post es SONRIE O MUERE: TRAMPA DEL PENSAMIENTO POSITIVO, de BARBARA EHRENREICH.

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    1. Gracias por tu aportación. Sería interesante ir haciendo una biblioteca sobre este tema.

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  2. HASTA LOS COJONES DEL PENSAMIENTO POSITIVO, de Buenaventura del Charco Olea
    https://editorialsamarcanda.com/Hasta-los-cojones-del-pensamiento-positivo.htm

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