¿Qué relación hay entre recoger hojas secas del patio y la filosofía de Aristóteles?
El diario El País del 4 de febrero nos ofrece un maravilloso artículo
Aristóteles y las hojas del recreo
http://elpais.com/elpais/2015/11/30/opinion/1448884085_288930.html
En el que un profesor de filosofía reflexiona sobre su experiencia cotidiana como profesor de instituto.
Un día después, En el diario El Periódico de Catalunya nos encontramos con otro interesantísimo artículo
El constructor de autómatas
http://www.elperiodico.com/es/noticias/barcelona/barceloneando-lluis-ribas-constructor-automatas-conservador-museo-del-tibidabo-4875568
que nos invita a conocer la actividad de otro profesor de instituto, éste de tecnología, y su pasión por la construcción de autómatas clásicos, hasta conseguir completar en su tiempo libre y después de muchos años, una importante colección.
Os recomiendo su lectura. Son dos ejemplos maravillosos de profesores con vocación de servicio y atención a la sociedad, de talento, de creatividad, de dedicación, de valores éticos y sociales.
Después de su lectura es fácil no sentir náuseas al leer alguno de los párrafos del Sr. Marina en su libro “Despertad al diplodocus”:
[...]Durante milenios, los docentes hemos sido una variante del servicio doméstico. Enseñábamos lo que la sociedad nos decía que debíamos enseñar. Éramos unos mandados[...]
(“Despertad al diplodocus” pág 20)
¿Servicio doméstico? ¿Mandados? ¡Pero si precisamente la docencia es el ORGULLO de servir a la sociedad!
¡La docencia es la SATISFACCIÓN de retornar, actualizados, a la siguiente generación los conocimientos y saberes que recibimos la generación anterior!
No lo puede decir más claro. Ésta es la visión que tiene el Sr. Marina ¡y tantos gurús oficiales del Sistema Educativo! sobre la docencia: Sensación de ser un criado, sensación de ser un mandado. Insatisfacción. A partir de aquí es natural que dejen la actividad docente y pasen a otra actividad profesional, en la que puedan encontrar su lugar.
Lo que no es natural, lo que es aberrante, es que dichos individuos dejen la actividad docente... para pasar a ser ¡orientadores de los docentes! ¡Dedicación exclusiva a enseñarnos a los profesores cómo debemos hacer nuestro trabajo!
El propio título del libro “Despertad al diplodocus” no deja de ser una burla (seguramente inconsciente) a los mismos docentes a los cuales está dirigido. ¡Te traició el subconsciente, Sr. Marina!
El fenómeno demencial de profesores que por su incompetencia pasan a ser... ¡dirigentes de profesores! no es monopolio del sistema educativo. Sucede en cualquier empresa u organización suficientemente grande. Es un ejemplo más del “Principio de Peter” o "Principio de Peter de la incompetencia", un fenómeno que sucede en cualquier estructura organizativa fuertemente jerarquizada y piramidal.
Fue analizado en los años 70 por el genial filósofo Laurence J. Peter en su obra “Los principios de Peter”, un pequeño librito que es un auténtico tesoro.
El Sr. Marina, se retrata a gusto y detalla su triste, penosa visión de la sociedad:
[...]“¿Los políticos? Tomarían decisiones ideológicas”
“¿Los científicos? Cada uno sabe sólo de lo suyo”
“¿Los empresarios? Sólo atenderían al éxito de sus negocios”
“¿Los padres? Carecen de perspectiva”
“¿Los filósofos? Ahora andan distraídos con sus cosas”
Entonces ¿Quién? [...]
(“Despertad al diplodocus” pág 21)
Sólo le falta decir.... ¿Quién? ¡Pues yo y mis amigos de Human Age Institut, que es una fundación de ManPower, una de las principales multinacionales del trabajo temporal!
Es realmente impactante comprobar como, a poco que rascas en el moco de verborrea de estos salvapatrias educativos, aparece la sombra de una gran multinacional. Una gran multinacional del trabajo temporal, (es decir, de la temporalidad del trabajo) que tiene a bien, ¡ya ves tú! el dedicar millones y millones de dólares al estudio del “Talento”, y todo con el magno fin de dar al mundo el maná de la Felicidad Completa. Se ve que los directivos de Human Age y Manpower, todos ellos salidos de las escuelas de negocio como ESADE, (insignes prohombres como Iñaki Urdangarín, proclamo), poseen los secretos de la felicidad y arden en deseos de compartirlos con la humanidad entera.
La carta de Diego.
No puedo olvidar la dolorosa carta de despedida que escribió un niño madrileño de apenas once años, Diego González, antes de suicidarse. Esta carta fue difundida por los propios padres en contra del criterio oficial, para denunciar lo que ellos consideraban un caso de acoso escolar no investigado.
http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/conmocion-madrid-por-carta-suicidio-nino-anos-4831447
En la carta habla con amor de sus padres, de sus abuelos, de todo lo que había aprendido de ellos... Y una terrible acusación a la escuela: “Yo no aguanto ir al colegio y no hay otra manera para no ir”
Este niño no estaba pidiendo Excelencia, ni Coaching, ni subir 35 puntos en la clasificación PISA. No pedía una gran escuela "como en Finlandia", ni una escuela del Siglo XXI, ni optimización del rendimiento... ni tantas y tantas pamplinas. Sólo pedía una alternativa. Sólo pedía otra cosa. Sólo pedía que le dejaran tranquilo. Sólo tenía once años. Y no fuimos capaces de dárselo. No fuimos capaces de ofrecerle alternativas.
A lo largo de los últimos veinte años hemos vivido lo que podría denominarse “virtualización” social. La información, el conocimiento ha pasado a ser virtual. Podemos ver cualquier fotografía o película, o leer cualquier documento, en cualquier momento, en cualquier parte. No hace falta ir al cine “físico”, o entrar en una biblioteca “física”. Podemos hablar con quien queramos sin quedar físicamente con él. Sin embargo, las escuelas y los institutos han quedado totalmente al margen de esta revolución. De hecho se han convertido en los dos únicos espacios marcadamente “presenciales” de la sociedad. Es curioso que se hable tanto de virtualización pero no de su contrario, la "Presenciabilidad".
Cada mañana, millones y millones de niños y jóvenes entran a golpe de pito en el edificio, y durante toda la mañana van pasando a golpe de pito de aula en aula, de pupitre en pupitre. No existe nada en la sociedad ni remotamente parecido, tal vez ¡ay! la cárcel. La escuela es tal vez el único lugar en la sociedad fundamentalmente "Presencial".
Ernest Maragall (Conseller d’Educació de Catalunya entre el 2006 y el 2010), en su libro “Escola Nova, Poble Lliure”, recuerda su primera conversación al ocupar su cargo como Conseller d’Educació:
[...]-Francesc, què és el més important que passa en aquest Departament?
- Que les escoles obrin cada dia a partir del 12 de setembre, conseller.
- Això és el més important?
-No hi ha res més important. I no és fàcil tenint en compte que més d’un milió d’alumnes arriben cada dia a escola i es troben l’aula equipada, mestres i professors, i tot en condicions. La gent ho considera normal. Però no ho és, en realitat. Certament el símptoma més important de salut d’un país és tenir les escoles obertes. Això no vol dir només obrir la porta, vol dir que tot ha d’estar a punt per fer funcionar l’escola.[..]Això no és senzill, presenta una notable complexitat administrativa, logística i econòmica.[...]
"Escola Nova, Poble Lliure", pág. 37
-Francesc, ¿qué es lo más importante que pasa en este Departamento?
- Que las escuelas abran cada día a partir del 12 de septiembre, conseller.
- ¿Esto es lo más importante?
-No hay nada más importante. Y no es fácil teniendo en cuenta que más de un millón de alumnos llegan cada día a la escuela y se encuentan con el aula equipada, maestros y profesores, y todo en condiciones. La gente lo considera normal. Pero no lo es, en realidad. Ciertamente, el síntoma más importante de salud de un país es tener las escuelas abiertas. Esto quiere decir no sólo abrir la puerta, quiere decir que todo tiene que estar a punto para hacer funcionar la escuela.[...]Esto no es sencillo, representa una notable complejidad administrativa, logística y económica.
El gran objetivo de la educación española del siglo XX fue sin duda la Escolarización. Pero Escolarización entendida como culturización, alfabetización. Actualmente la Escolarización ha quedado reducida a su significado más vulgar: Escolarización es ir y quedarse cada día durante horas dentro del edificio de la escuela: Estar presente físicamente dentro de la escuela. Y se ha convertido en un foco enorme de conflictos.
Que la escolarización (entendida como culturización, aprendizaje) nada tiene que ver ya con la presenciabilidad (el estar durante horas dentro de las cuatro paredes del edificio escolar) es algo que la sociedad hace muchos años que sabe perfectamente. No necesitamos gurús que nos lo digan.
Sin embargo, el sistema educativo siente auténtico terror a plantear cualquier alternativa que suponga aprendizaje sin presenciabilidad. Cualquier alternativa a la asistencia diaria al edificio.
La carta de Diego acaba así: “Ah, una cosa, espero que encuentres trabajo muy pronto Tata”. La abuela de este niño estaba en el paro, por lo que podemos suponer que disponía de mucho tiempo para estar con él, para atenderle.
Se podría haber planteado, tal vez, una escolarización temporal para Diego, en su propia casa y en compañía de su abuela, aprovechando las enormes posibilidades de Internet para ofrecerle materiales didácticos online y llevarle un mínimo seguimiento on-line desde la escuela. Al fin y al cabo esto ya se está haciendo, por ejemplo, en los institutos con las adolescentes embarazadas.
Todo esto el tiempo que sea necesario mientras se analizan las causas del rechazo de este niño a asistir al colegio. No olvidemos que este mismo niño estuvo cuatro meses sin asistir (supuestamente por una fuerte afonía).
Se pueden dar alternativas, y con recursos que ya tenemos a nuestra disposición. Es aberrante que la pérdida de asistencia a clase sólo se considere para los alumnos más problemáticos y conflictivos, cuando son expulsados por días o incluso por semanas enteras (que son precisamente los alumnos que más tienen que aprender a “saber estar”, de presenciabilidad) mientras nos negamos a considerar otros casos.
Mientras no deje de aprender, mientras no deje de estudiar,
si un niño no quiere ir al colegio ¡que no vaya!
si un niño no quiere ir al colegio ¡que no vaya!
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