Esta semana entré en el muy recomendable blog Autopsia de David López Sandoval. Hace unos años impulsó y administró el proyecto Deseducativos.
En la entrada “Estos son mis principios” recuerda los ocho principios que, según los miembros de dicho proyecto, deberían ser los pilares del sistema educativo. Con sus propias palabras: [...]los principios básicos que cualquier profesor, en su sano juicio, no tendría más remedio que asumir como propios[...]
1. La enseñanza pública es un logro irrenunciable de las sociedades modernas y el mejor aval para salir de la crisis económica que sufre España.
2. La enseñanza pública debe garantizar el acceso al conocimiento de todos los ciudadanos y la promoción social de los más desfavorecidos.
3. Las competencias en materia de educación que actualmente poseen las Comunidades Autónomas han de ser devueltas al Estado central.
4. Lo importante no es un pacto para reformar la educación, sino que esa futura reforma evite desde el principio la manipulación política a la que se ve sometido el actual sistema de enseñanza.
5. Toda democracia ha de basarse, necesariamente, en una educación pública laica que, siguiendo la preceptiva fundamental que separa Estado e Iglesia, fomente virtudes cívicas que no excluyan ni eliminen las creencias religiosas, sino que promuevan la pluralidad y el diálogo.
6. Los maestros y los profesores de todas las etapas educativas somos los principales conocedores de la realidad de las aulas españolas.
7. No se debe confundir la igualdad de oportunidades de una enseñanza obligatoria hasta los 16 años con la uniformidad de capacidades, y el derecho universal a una educación de calidad con la obligación de recibir unos mismos contenidos.
8. Restablecer la autoridad y el prestigio social de los docentes no se consigue creando leyes que, a la postre, solo son efectivas en los casos más extremos y no resuelven los más que habituales problemas de indisciplina de baja intensidad.
Estoy totalmente de acuerdo con estos principios, excepto el número 3. No veo el porqué la descentralización de las competencias educativas tiene que ser, a priori, un perjuicio para los ciudadanos. Sin embargo, es un tema recurrente. Hoy mismo en el diario digital El Español lleva una entrevista a Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de Historia en la que se afirma [...]que en comunidades como Catalunya se distorsiona la Historia. “Que a unos niños en Cataluña les pregunten ‘quién nos roba’ y contesten ‘España’ es adoctrinamiento” afirma la historiadora[..]
Sin lugar a dudas en España la comunidad autónoma que más ha luchado por asumir las directrices educativas ha sido Catalunya. Y es en Catalunya donde podemos encontrar ejemplos que demuestran que el nacionalismo puede ser un poderosísimo impulsor de la cultura y la educación... y (ay!) de todo lo contrario.
Hace ahora un siglo (1914) Catalunya conseguía un gobierno propio, La Mancomunitat de Catalunya, al unificar las diputaciones provinciales que hasta ese momento administraban por separado las cuatro provincias catalanas.
La Mancomunitat de Catalunya, una institución con un carácter marcadamente nacionalista, impulsó un proyecto de divulgación cultural, la red de bibliotecas públicas populares, realmente encomiable. Un ejemplo de política nacionalista al servicio del pueblo.
Este proyecto, siguiendo el modelo de las “free town libraries” americanas y inglesas, fue impulsado por Eugeni D’Ors entre 1915 y 1919 y continuado por Jordi Rubió entre 1920 y 1925. Tenía como objetivo la creación de una red de bibliotecas públicas populares perfectamente organizada y jerarquizada, con el objetivo de ofrecer a cualquier ciudadano, incluso del pueblo más remoto de Catalunya, el acceso a cualquier libro, mediante un servicio de préstamo, un catálogo centralizado de materiales disponibles para toda Catalunya para optimizar los recursos, con horarios de tarde y noche adecuados para los obreros, abierta incluso en festivo, para que nadie pudiera quedar excluido.
Para los impulsores de este proyecto la cultura era algo muy serio, y esto queda reflejado hasta en los detalles más mínimos:
Estas bibliotecas se entendían como auténticos templos del saber, y por lo tanto debían estar situadas a las afueras del pueblo, por ejemplo en un bonito camino que llevara a alguna ermita. De esta manera, el ir a la biblioteca se convertiría para el ciudadano en algo parecido a una peregrinación espiritual.
“per poc que sigui possible, serà bo que es presentin isolades, voltades només d’aire i vegetació” (1)
La apariencia física del edificio, de un marcado aire clásico, reforzaba la dignidad de su misión cultural:
“edificis propis, independents, nets, blancs, clars, decorats amb higiènica i econòmica coqueteria, i presentant per dins i per fora un aspecte estètic, gai, plaent a l’ull” (2)
La belleza clásica del edificio, rodeado de una zona ajardinada debía servir de atractivo reclamo a la lectura.
A diferencia de otros proyectos españoles similares, D’Ors tuvo muy claro desde el principio desligar las bibliotecas de los centros escolares, pues serían ambientes ruidosos y la bibliotecaria está para cumplir “amb uns fins morals i de difusió de cultura” diferentes.
El proyecto especificaba la distribución interior de las bibliotecas: Una sala de lectura con diferentes espacios para adultos y niños, distribuida de forma que permitiera un “setge de vigilància”, es decir, un lugar desde el cual la bibliotecaria pudiera dominar todo el espacio y evitar los hurtos, una sala de conferencias, lavabos y el despacho para uso personal de la bibliotecaria. Los libros y revistas tendrían que estar en estanterías en la misma sala de lectura, es decir, promoviendo el libre acceso a los mismos por parte de niños, jóvenes y adultos.
Este proyecto implicaba el desarrollo paralelo de un cuerpo de bibliotecarias, con una formación propia y específica de tres años: la Escuela de Bibliotecarias. En este punto encontramos el carácter descaradamente sexista de D’Ors y de aquella época, al considerar que sólo las mujeres estaban indicadas para conseguir el “caràcter atractívol, amable, de netedat i coqueteria” (3) que se quería dar a las bibliotecas, y además “així com sol·licitant personal masculí el que acudiria fóra segurament de segon ordre, sol·licitant-lo femení aquest podria ésser de primer ordre i ben triat” (4) (es decir: mejores trabajadoras con menor salario). La misión de la bibliotecaria era la hacer germinar la cultura en los pequeños pueblos, y tenía que representar “una jerarquía intelectual y moral”. Su preparación comprendía humanidades, teoría y práctica de bibliotecas, conocimientos de Catalunya e instrucción cívica y elementos de derecho.
Otro detalle que nos muestra la altísima ambición cultural de este proyecto lo encontramos en la prohibición tajantede aceptar ningún donativo de libros para evitar que las bibliotecas se convirtieran en vulgares almacenes de libros viejos y desechados. La compra de libros era una tarea muy seria, mediante rigurosos criteros de selección, atendiendo a la misión social y educativa del proyecto y las necesidades e intereses de la población, recogidos en los anuarios estadísticos.
Un siglo después, Catalunya se encuentra de nuevo gobernada por el nacionalismo. Sin embargo, ¿encontramos algún proyecto cultural de la altura y majestuosidad del anterior? Ninguno.
Todas las reformas educativas del último gobierno del Partido Popular se encuentran totalmente paralizadas: Las reválidas, los itinerarios, las cuotas de lengua castellana... Todo. La Generalitat de Catalunya ha demostrado ser infinitamente beligerante en este sentido. Pero eso sí, las familias han tenido que cambiar todos los libros. Las editoriales han hecho un buen negocio. Eso no se toca.
Otras comunidades autónomas igualmente contrarias a las leyes del gobierno español, como Navarra, viendo la evidencia de que las reformas educativas no se llevarían nunca a cabo, lucharon y se posicionaron también en contra del cambio de libros de texto, para evitar un gasto inútil a las familias. Las empresas editoriales, viendo menguado su negocio, amenazaron a las comunidades autónomas “rebeldes” con denunciarlas si no aceptaban los cambios de libros de texto que supuestamente “implicaba” la nueva ley LOMCE . Al menos lucharon, al menos se posicionaron a favor de los intereses de las familias.
El gobierno catalán, tan beligerante en posicionarse en contra de cualquier ley española, se ha mostrado extremadamente sumiso y obediente ante los intereses económicos del lobby de las industrias editoriales. Más cuando, como se puede ver aquí, los cambios en los libros se reducen a cambiar los enunciados de los ejercicios para imposibilitar su uso. Nada más.
¿Y todo para qué? Para mantener vivo un producto educativo, el libro de texto, totalmente obsoleto, ¿Y todo para qué? Para mantener viva una industria editorial que (sobre)vive de los pedidos anuales de libros de texto de las escuelas e institutos.
Actualmente existen los medios tecnológicos para ofrecer a todos los escolares de Catalunya unos libros de texto públicos digitales con un coste prácticamente cero. Significaría poder cumplir, cien años después, con el sueño de aquellos intelectuales como D’Ors de llevar la cultura a todos los ciudadanos. Aquellos ni siquiera llegaron a imaginar que existiría la red de transmisión de información que es Internet, y diseñaron una Internet de papel y ladrillos para llevar la cultura a toda la población.
La Vanguardia del jueves 11 nos informa que “Junts pel Sí diseña una nueva ley de Educación para la República Catalana”. El motivo: “La LEC no es suficiente, porque es una ley autonómica”. Ah. Y por lo que parece, el principal escollo entre Junts pel Sí y la CUP está en el mantener o no las ayudas públicas que reciben las escuelas que separan por sexos. ¡Qué patética falta de ambición!
¿Acaso podemos entender las ondas gravitacionales recientemente encontradas (y que por cierto Einstein predijo justo hace un siglo)? ¿Podemos entender cómo funciona una moneda virtual, como el bitcoin? ¿Podemos entender las causas y consecuencias de las tasas de interés negativo del Euribor actual? ¿Realmente somos tan arrogantes para creer que no necesitamos más cultura? ¿En lo sustancial, realmente las cosas han cambiando tanto después de un siglo?
(1) A poco que se pueda, estaría bien que se presentaran aisladas, rodeadas sólo de aire y vegetación.
(2) Edificios propios, independientes, limpios, blancos, claros, decorados con coquetería higiénica y económica, y presentando por dentro y por fuera un aspecto estético, bonito, agradable a la vista.
(3) El carácter atractivo, amable de limpieza de coquetería.
(4) Así como solicitando personal masculino lo que acudiría sería seguramente de segundo orden, solicitandolo femenino éste podría ser de primer orden y bien escogido.
Fuente de las citas: “Les
biblioteques populars de la Mancomunitat de Catalunya” (Pagès editors)
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