domingo, 4 de septiembre de 2016

¡Más ironía, por favor!

Si dicen que la ironía es la defensa del hombre civilizado ante la pérdida, en Cataluña vamos a necesitar toneladas para que la contemplación de la destrucción del sistema educativo no nos produzca un coágulo cerebral mortal de necesidad.

Y ya que copiamos a América en nuestra decadencia, podríamos copiar a América en su ironía, por ejemplo la mordacidad del presentador de televisión John Oliver en su programa Last Week Tonight, lo que aquí sería un Gran Wyoming o un Andreu Buenafuente.


La destrucción educativa es integral: Afecta al qué, cómo y dónde estudiamos.

QUÉ ESTUDIAMOS. La progresiva substitución de los currículums tradicionales basados en contenidos por las actuales abominables “competencias básicas” y el “aprender a aprender”, no son más que falacias para ocultar lo evidente: Aprendemos cada vez menos y cada vez peor.



"[…]In chemistry, ‘you probably won’t even learn how to cook meth and that’s really all anyone is in it for’[…]"
(En clase de química nunca te enseñarán a producir anfetaminas, y es lo que tiene salida)

CÓMO ESTUDIAMOS. La progresiva imposición de métodos externos (Reválidas, pruebas de evaluación externa...), nos muestra claramente hasta que punto se ha perdido la confianza en el sistema educativo. Como cuando el tendero, ante la evidencia de las pérdidas, instala por toda la tienda cámaras de vigilancia para detectar a los empleados que roban mercancías. En América llevan años con los “Standardized Testing”, sin que hayan producido ninguna mejora significativa.


DÓNDE ESTUDIAMOS. De esto no teníamos todavía en Cataluña, pero están empezando a llegar. En Estados Unidos llevan más de 20 años impulsando las “Charter School”: escuelas de dirección y gestión privada pero con dinero público (como el modelo de sanidad de Convergència). La idea es poder ofrecer a cualquiera que tenga un proyecto educativo innovador (el “charter”), el dinero público suficiente para llevarlo a cabo, contratar al personal que considere adecuado y sin ningún tipo de control estatal. Actualmente en Estados Unidos existen unas 6000 escuelas de este tipo, educando a más de 3 millones de estudiantes.


En Cataluña podemos tendríamos en el proyecto “Nova Aula XXI” de chiringuitismo educativo lo que en un futuro no muy lejano podrá llegar a ser la red catalana de Charter Schools, (más allá naturalmente de la ya consolidada red de escuelas concertadas).

Estos proyectos han permitido llevar a cabo iniciativas educativas muy loables en contextos sociales muy desfavorecidos por grupos activistas muy concienciados socialmente y sin ánimo de lucro. Pero también han permitido entrar en el sistema educativo a sinvergüenzas que sólo piensan en el beneficio comercial, y se ha alimentado la corrupción de los políticos locales que tienen la potestad de aceptar o no los proyectos. Además se ha demostrado que muchos de estos proyectos presuntamente innovadores son puro humo.

Para los políticos el sistema de Charter Schools es muy goloso, pues por un lado les permite quedar ante la opinión pública como promotores de la innovación educativa (proclamando los muchos millones de dólares que dedican a este tipo de escuelas), pero sin tener que posicionarse por una u otra línea educativa, es decir sin asumir responsabilidades. Esto se deja para las leyes del libre mercado: Las escuelas que funcionen sobrevivirán, y las escuelas que no funcionen acabarán cerrando.

Pero es un tema interesante si la sacrosanta ley americana del mercado se puede aplicar al mundo educativo. Como dice el propio John Oliver en su video: “[…]The problem with letting the free market decide when it comes to kids is that kids change faster than the market. And by the time it’s obvious the school is failing, futures may have been ruined.[…]”

(El problema de dejar que el libre mercado decida cuando se trata de jóvenes es que los jóvenes cambian más rápido que el mercado, y cuando se ha hecho evidente que la escuela ha fracasado, se puede haber arruinado el futuro de éstos)

Curiosamente la difusión de este vídeo por televisión ha enfurecido al lobby de las Charter School, pues consideran que da una imagen distorsionada de estas escuelas. Para lavar su imagen, han convocado un concurso de vídeos escolares para alumnos y profesores que muestren que las Charter School son proyectos educativos, que el dinero no lo es todo, que no van por la pasta. Y para motivarles se ofrece un premio de 100000$ al mejor vídeo de todos.



Más ironía imposible. Tenemos tanto que aprender de los americanos y de su decadencia...

3 comentarios:

  1. Hola, Gerard.
    Los exámenes externos certifican que las cosas van de mal en peor, o que funcionan bien. Los exámenes externos no pueden con los métodos de enseñanza destructivos o con la ideologización idiota. Los exámenes externos son necesarios en un sistema que funcione bien; tal vez, para que no suceda que deje de funcionar bien y no nos queramos dar por enterados. En realidad, pueden servir para otras diversas cosas positivas.
    Salustiano.

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    1. (Primera parte) Existen, a mi juicio, dos formas totalmente diferentes de entender la evaluación del aprendizaje.
      En el modelo asiático, el alumnado debe pasar a lo largo de toda su escolarización por rigurosos y estrictos exámenes estatales. Y en segundo término, el profesorado se impone la más rigurosa exigencia en su trabajo por que debe estar a la altura de las exigencias que estos exámenes imponen a su alumnado y a las familias de éstos. En este modelo educativo, la responsabilidad del Estado es fijar unos temarios claros, e ir actualizándolos con el paso de los años. Es un sistema articulado en el que la responsabilidad se reparte de forma clara a toda la comunidad educativa Alumnado-Profesorado-Padres-Administración. Cada pieza de este sistema asume su parte de responsabilidad.

      En el modelo americano, y español/catalán, todo lo relacionado con la exigencia a los jóvenes, y por tanto someterlos a un sistema de exámenes oficiales estatales es un tema muy espinoso. Y el sistema educativo pretende eludir, evitar este espinoso tema evaluando (exigiendo) directamente al profesorado. Por ejemplo, como pasa en Catalunya, evaluando al profesorado mediante “pruebas diagnósticas“ que se realizan al alumnado pero que no les puntúan ni penalizan. El sistema, al cargar al profesorado de exigencias sin detallar contenidos exigibles al alumnado, entra en una senda desquiciada. Igual que cuando pretendemos andar (¡o incluso correr!) ignorando que tenemos una piedra en el zapato, todo el cuerpo se resiente.

      Lo hemos visto hace unos días cuando Ciudadanos pretende “dar” a los jóvenes españoles una educación trilingüe (y por tanto exigir un profesorado trilingüe) pero eludiendo en todo momento exigir a los alumnos aprender tres idiomas.

      Hace unos años Finlandia apareció en primera posición en las pruebas internacionales PISA. Y el “modelo finlandés” se convirtió en el Santo Grial para las autoridades educativas de países como España o Estados Unidos, pues su (pretendido) sistema basado en profesores hiperexcelentes y niños mantenidos en algodón permitió a estos países cargar toda la culpa del fracaso educativo en el profesorado: “no tenemos mejor educación porque nuestro profesorado no es tan maravilloso como el de Finlandia”.

      En mi artículo, al referirme a las evaluaciones externas me refería al modelo evaluativo americano-español-catalán, que a mi juicio no es más que un “quemadocentes”. Aunque tengo que admitir que nombré en este apartado las futuras “reválidas”, que (teóricamente) serían instrumentos de evaluación propias de un “modelo asiático”, y en rigor no debería haberlas nombrado.

      Cuando nombré las reválidas en mi artículo las entendía no como algo que realmente se impondrá, sino como puro “ruido” político, pues creo que España jamás será capaz de recuperar un sistema de reválidas. El motivo está claro: Porque un sistema equitativo de pruebas nacionales requiere naciones fuertes, con un claro sentido nacional, y España no lo tiene.

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    2. (Segunda parte) Por cierto, creo que la comparación España-EE.UU. es muy interesante para entender porqué. En ambas naciones encontramos el tema educativo como un problema enquistado. Y en ambas naciones el sistema educativo está totalmente descentralizado: En EE.UU. la constitución “de los padres fundadores” prohibió explícitamente que el gobierno federal impusiera un sistema educativo nacional, exigiendo a cada Estado desarrollar su propio currículum. La política educativa actual de las “Common-Core” es precisamente una estratagema federal para pretender establecer un currículum común para todos los estados sin incumplir esta prohibición constitucional. Se "invita" a los estados a asumir un currículum común a cambio de fondos federales.

      En España, si bien técnicamente existe un único sistema educativo y las comunidades autónomas tienen asumidas las competencias de su gestión, ni el más patriota se lo puede creer ya. Por ejemplo, en España cada año en la selectividad se realizan al menos siete pruebas territoriales diferentes de matemáticas. En España no existe un único sistema educativo. Las reválidas “españolas” jamás llegarán a implantarse en Catalunya, como ya es imposible una educación que no sea íntegramente en catalán (excepto naturalmente para las clases altas que llevan a sus hijos a escuelas privadas).
      Pero como tampoco esto se puede aceptar, la (fallida) implantación de las reválidas acabará siendo un dolor de cabeza para el profesorado y otro coágulo en las ya sufridas arterias educativas.

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