El escritor italiano Umberto Eco
provocó recientemente una cierta polémica al denunciar la “invasión
de imbéciles” que abundan en Internet:
“Las redes sociales le dan derecho de
palabra a legiones de imbéciles que antes hablaban sólo en el bar
después de un vaso de vino, sin dañar a la colectividad”, ha
dicho añadiendo que “enseguida (a éstos) los callaban, mientras
que ahora tienen el mismo derecho de palabra de un premio Nobel. Es
una invasión de imbéciles”.
Una situación así, en la que todavía
podemos diferenciar entre los imbéciles y los que no lo son, tal vez
se produzca aún en Italia, pero desgraciadamente en España y en
Cataluña el nivel actual de la política es de una mediocridad tan
bochornosa, de una vulgaridad tan patética que iguala tristemente el
nivel del blog más humilde del más imbécil de los blogueros con el discurso de la
prensa más seria y consagrada.
La reciente designación de José
Ignacio Wert como embajador de España en la OCDE es lo que parece
ser: El regalo de bodas de Rajoy a su ministro más castigado y peor
valorado, para que pueda disfrutar con su nueva esposa (que también
ocupa desde hace unos meses un alto cargo en esta institución y que
fue su número dos al frente del ministerio de Cultura) de una vida
de lujo en París. El final feliz de una historia de amor y arribismo político ya comentada en este mismo blog: Amor en tiempos de PISA)
Leemos en El País (31/7/2015):
[...]La embajada de la OCDE en París es una
de los mejor remuneradas de la representación exterior de España,
con residencia oficial en Avenue Foch (una de las calles más caras
de París), con piso de 500 metros cuadrados, alquiler de 11.000
euros al mes, dos personas de servicio pagadas por el Estado y coche
oficial con chófer, además de un sueldo de 10.000 euros al mes más
gastos de representación.[...]
El ministro Wert, con su vocación de
“españolizar a los alumnos catalanes”, ha sido durante años el
enemigo público oficial número uno del gobierno catalán. Y puesto
que actualmente se vive en Catalunya un proceso de soberanía e
independencia respecto del resto de España, podríamos esperar algún
tipo de manifestación de rechazo, en el sentido de que este tipo de
cacicada hortera del gobierno español jamás se produciría en una
Catalunya independiente. Podríamos esperar sentados, pues no se ha
producido ni se producirá la más mínima manifestación de rechazo. Hay que tener en cuenta que la Generalitat de Catalunya tiene su propia embajada en París,
asignada a la persona mejor cualificada para este cargo, que
casualmente es el hermano del exconseller Carot-Rovira. Podemos
especular que una hipotética Catalunya independiente tendría que
tener su propio embajador en la OCDE, y que éste sería designado a
dedo con el mismo descaro y desvenguenza que ha sido designado Wert. Pero son puras especulaciones.
Pero dejando a un lado las
especulaciones, los hechos son los siguientes:
La OCDE es la institución que impulsa
y desarrolla las pruebas PISA, el sistema que evalua y puntúa los
sistemas escolares de tantísimos países alrededor del mundo.
Las pruebas PISA en Catalunya y en
España se entienden oficialmente como la autoridad absoluta y
indiscutible en material educativa, y el sometimiento de todo el
sistema educativo a las exigencias PISA es algo llevado por parte de nuestras instituciones educativas a la categoría de dogma de fe, y no
existe la menor crítica o alternativa imaginable. Curiosamente en
esto hay una comunión maravillosa entre el gobierno catalán y el
español, un bonito nexo en común.
Para las pruebas PISA la cultura se
reduce a una “literacia”, es decir, se reduce a la
posesión de unas competencias que permitan como individuo y como
nación ser más competitivo en un sentido empresarial. Para las
pruebas PISA el único conocimiento que vale es el que te hace más
útil, más rentable, más productivo para tu empresa y para tu país.
El objetivo de las pruebas PISA es en
última instancia la sustitución (destrucción) de los currículos
educativos propios de cada país por un currículo “universal” de
competencias básicas para mayor gloria de la globalización
capitalista.
En este sentido una interesante lectura
para este verano es el libro “La inutilidad de PISA para las
escuelas” de Julio Carabaña, (editorial Catarata) “La
demostración de la completa ausencia de valor de PISA para la mejora
de las escuelas y la enseñanza”.
¿Pero cómo va a haber una mínima
lectura crítica a las pruebas PISA en un país como el nuestro en el
que la embajada en dicha organización es un hortera regalo de bodas?
Si toda la prensa “seria” coincide en afirmar que dicha
designación es una forma de pagar (con los impuestos de todos
nosotros) unas eternas vacaciones de lujo en la ciudad del amor, ¿de
qué hablar en el bar después de un vaso de vino cuando la política
nacional tiene ya la categoría de una charla de vaso de vino?
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