jueves, 26 de abril de 2018

Caso Cifuentes: Cleptomanía y educación.


Ni cinco minutos tardó la Sra. Cifuentes en dimitir. Y todo por robar dos botes de crema antiarrugas en el Caprabo. En esto la sociedad española se muestra intransigente, estricta, rigorosa. Nadie que robe un bote de crema en el supermercado puede administrar miles de millones de euros de nuestros impuestos.

Inútil es que intente alegar "cleptomanía" (“me llevé por error y de manera involuntaria unos productos por 40 euros, me lo dijeron a la salida y los pagué”) Ni caso, ¡a la hoguera con ella!

Y sin embargo repudiamos al profesor o profesora que entiende su asignatura como un ordenado y bonito escaparate de pequeños botes de conocimiento, y exige al alumno que “pase por caja”, es decir, que realice un frío examen final con papel y bolígrafo, a la vieja usanza.

El "segurata" que exige mostrar la bolsa es un profesional en el cumplimiento de su deber. Pero el profesor que exige demostrar el conocimiento es un tirano rancio, anticuado, obsoleto, retrógrado, un torturador. El celo profesional que requerimos en el supermercado es el mismo que aborrecemos en la escuela. Bonita contradicción.

La sociedad no fue tan dura con ella hace un mes, cuando se supo que había obtenido un máster sin ir a clase ni hacer exámenes. Eso no es robar, eso se llama “nueva pedagogía”.



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