sábado, 23 de septiembre de 2017

Matemáticas, nacionalismo y berberechos

Empecé este blog y me inventé el concepto “antididáctica” hace cuatro años, con la entrada “Principis de l’Antididàctica de les Matemàtiques”, para denunciar el despropósito de un currículum oficial de matemáticas de primero de ESO (12 años) absurdamente retorcido, barroco, prácticamente ilegible.

Escribía yo entonces: “Cuando una parte significativa de nuestros alumnos nos llegan de primaria sin saber las tablas de multiplicar, estos gurús de la didáctica quieren que los evaluemos como si fueran becarios del CSIC, con beca Ramón y Cajal y postgrado en Cambrige. Estos gurús son como aquellos paletos de los años ochenta, que iban locos por comprarse aquellos relojes CASIO con calculadora, cuantos más botones mejor (“mira mira el mío hace hasta logaritmos y tó”) y piden más y más, en un ejercicio de esnobismo estéril y desmotivador inflando más y más una burbuja educativa-especulativa que antes o después tendrá que estallar”.

Cuatro años después, en Catalunya ha estallado la burbuja y no ha sido educativa, sino política. La política. Todo ha sido política. Dicta la metodología que, después de descartar todas las hipótesis falsas, aquella que quede, por descabellada que parezca, será la verdadera. Pues bien, la única hipótesis que me queda es la política.

El currículum de matemáticas de Catalunya ha sido tan retorcido y absurdo porque su objetivo era el de ser tan diferente y incompatible con el español como fuera posible. Un ejemplo más de la politización nacionalista que hemos vivido. Llego a esta conclusión porque después de cuatro años no se me ocurre otra, y a tenor de los hechos actuales.

El problema (ay!) es que las matemáticas son, seguramente, el objeto cultural más internacional, menos nacionalizable, que existe.

No es como la filología. Se puede influir en una población para que digan “escopinyes” en vez de “berberetxos” (otra cosa es que lo consigan, claro, link)

Se puede influir en la historia para “nacionalizar” los hechos ocurridos hace siglos. Para llevar el agua del pasado épico al molino político.

¿Pero se puede nacionalizar la matemática? Al menos lo han intentado. En España tampoco es tan descabellado, pensemos, por ejemplo, que se realizan cada año diez o doce pruebas diferentes de matemáticas de Selectividad, repartidas por todo lo ancho y largo de la península.

¿Se puede politizar la matemática? Al menos lo han intentado.

Los cimientos de una asignatura están en su currículum y sus criterios de evaluación. Sin unos buenos cimientos, sin una buena estructura, todo el edificio del aprendizaje amenaza ruina. Hace cuatro años pretendí denunciar públicamente que el currículum y los criterios de evaluación de las matemáticas eran inestables, inseguros, estaban torcidos. Cuatro años después, la ruina educativa se extiende más allá de las matemáticas, a todo el sistema educativo entero. Y paralelamente, contemplamos la ruina política.  Pero las matemáticas son más importantes que la política. Y nuestros jóvenes estudiantes merecen respeto, merecen unas sólida formación matemática.


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