La “nueva educación” niega este principio (incluso, con terrible arrogancia, señala a la acumulación de conocimientos como culpable absoluto de todos los males). Pretende dotar a los alumnos de herramientas que le permitan explicar el mundo y sus cadenas causales-materiales potenciando la imaginación, la creatividad, la capacidad de comunicación, conceptos todos ellos vagos e indefinidos pero muy seductores, las llamadas “competencias básicas”.
La antididáctica pretende denunciar el disparate de la “nueva educación”: Es un fraude, como en general lo son todas las soluciones fáciles y cómodas de cualquier problema.
En este blog intento dejar constancia de ejemplos reales de antididáctica, ejemplos prácticos de la infinita superioridad analítica de los conocimientos adquiridos. Cómo ideas almacenadas hace muchos años son las claves del presente y del futuro.
Un ejemplo magnífico de antididáctica lo encontramos en el president Puigdemont, físicamente localizado en Bruselas, exiliado de la justicia española. Pero lo tenemos con nosotros gracias a la televisión, interaccionando con sus seguidores en pantallas gigantes en sus mítines, por “videoconferencia”. Y en la televisión, ¡oh sí! aparece en todo momento en TV3 para compartir con todos nosotros todas las ocurrencias que le pasan por la cabeza. Puigdemont vive en la televisión. Incluso podemos los catalanes tener dentro de unos días el primer presidente televisivo del mundo.
Puigdemont, antiguo periodista, convertido en un ente virtual televisivo puro. Es la mítica serie “Max Headroom”, que emitía TV3 hace exactamente treinta años, en 1987. Puigdemont es Max Headroom.
“Max Headroom: 20 Minutes into the Future". Ambientada en un futuro distópico, muy ciberpunk, en el que las grandes corporaciones de televisión dominan el mundo, en el que todo el mundo vive pegado a las pantallas, día y noche, consumiendo ingentes cantidades de telebasura.
El protagonista de la serie es un periodista, como Puigdemont, Edison Carter (Matt Frewer), que con su cámara al hombro se dedica a buscar noticias impactantes. En el episodio piloto, persiguiendo en moto al malo de turno en un aparcamiento de coches se estrella contra una valla (como Puigdemont) en la que se puede leer "Max. Headroom — 2.3m." , (altura máxima) y pierde el conocimiento.
La cadena de televisión en la que trabaja, “Chanel XXIII”, aprovecha el momento para “robarle la mente” y pasarla a un programa informático. Genera un ente artificial puro que vive dentro de la red electrónica de la televisión. Un personaje que no tiene mucha inteligencia, pero es sarcástico, divertido, irónico, muy gracioso. Una especie de duendecillo televisivo que interacciona con todo el mundo con sus ocurrencias.
Es la estrella mediática perfecta, un ser televisivo puro. Una mezcla entre telepredicador, vendedor de aspiradoras y candidato a la presidencia por Alabama. Es Max Headroom. Es Puigdemont. El primer ente televisivo puro.
Y todo esto gracias a la TV3 de los años ochenta. Una televisión magnífica, no como ahora, reducida a mero (y carísimo) vocero separatista. Gracias a ella pudimos disfrutar de series de la BBC como The Young Ones o The Black Adder. Y los viernes por la noche, ¡ah los viernes por la noche! Los que vivíamos en Tarragona instalábamos potenciadores de señal y orientábamos la antena convenientemente para poder saltarnos la barrera territorial y pillar Canal 9, “la valenciana”, y ver “Parle vosté, calle vosté” y el mítico “Tómbola”, con Ximo Rovira y Jesús Mariñas. Poder saltarnos el dictado moral católico-mojigato que imponía Jordi Pujol en TV3 era relativamente fácil. Pero eso es ya otra historia... ¿O no?
Crec que barreges coses i se't veu la orientació política. Parla de didàctica i antididàctica, que sembla interessant, i no hi posis la falca unionista. Parlem d'educació...
ResponderEliminarHola Sergi. Gràcies per llegir-me. I gràcies per interessar-te per la "antididàctica". Escriure un bloc personal és una cosa que recomano, és molt gratificant, tothom ho pot fer. Aquest bloc és el meu, i escric allò que tinc al cap, i el que tinc és el que escric. Si no t'agrada, tens tota la llibertat del món de no llegir-lo, només faltaria. Tot i així, espero que ho continuis fent.
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