De entre todas las leyes de la
naturaleza (que el pez grande se come al pequeño, que todo lo que
sube baja...) la “ley del péndulo” es para mí la más estúpida.
Consiste en que el péndulo va y vuelve, va y vuelve, va y vuelve,
tanto va hacia un lado, como vuelve luego para el otro.
El péndulo es en la
naturaleza lo que Tele5 es en la televisión, el instrumento preferido de hipnotizadores, lo mejor para quedarse dormido.
Las docenas de pobres manteros que
intentaban vender sus baratijas en las aceras de las principales
calles comerciales de Barcelona, hasta hace unos años perseguidos
incansablemente por las patrullas de la Guardia Urbana, se
convirtieron en un símbolo de solidaridad para la nueva alcaldesa de
izquierdas Ada Colau. En la enorme máquina de hacer dinero que es
Barcelona, cabían perfectamente unos pocos manteros intentando
ganarse la vida, sin pagar impuestos, en la vía pública. La nueva
política del buen rollito institucional.
El resultado: El Paseo San Joan del centro de Barcelona
convertido en un enorme zoco con cientos y cientos de manteros en
condiciones inaceptables, una auténtica bomba de relojería social,
una foto horrible para la imagen de la ciudad, y por encima de todo,
la unánime convicción de que hay que poner fin a semejante
despropósito. Las autoridades sienten
auténtico pavor a perder el control de la situación.¡Que venga la policía!
De la inaceptable foto del policía
agrediendo al mantero, pasamos a la inaceptable foto del mantero
agrediendo al policía, y vuelta a empezar, en el más estúpido de
los movimientos pendulares. Unos policías en un papel de mierda, que
no saben a qué atenerse, para qué están, y sobre todo, una clase
política que sencillamente no tiene ni zorra idea sobre qué hacer
para solucionar este problema.
Hace unos días el gobierno español "en
funciones" ha decretado para el curso que viene las reválidas en ESO
y bachillerato.
El anterior sistema educativo EGB en el
que sólo un 30% de alumnos (y con sólo catorce años) tenía acceso
al exigente BUP+COU dio paso al integrador, flexible, comprensivo,
solidario sistema ESO, en el que todos los alumnos tuvieran cabida,
independientemente de sus capacidades, independiente de su voluntad
de esfuerzo,
El resultado: La inaceptable
fotografía de un sistema educativo asfixiado por la mediocridad, por
el protagonismo intolerable de los que menos quieren estudiar. Un
sistema construido fracasado en su objetivo fundacional de ofrecer un producto educativo adecuado a todos los alumnos sin excepción. Y que prcisamente su fracaso y decadencia le convierten en un sistema mucho más injusto que el anterior. Y en consecuencia las
autoridades reaccionan de la forma más dura ¡Que vuelvan las
Reválidas! ¡Que venga la policía cultural con su examen único!
Nuevamente el terror institucional a perder totalmente el control,
nuevamente la ley del péndulo.
Pero así como no es lo mismo
desalojar veinte manteros que pretender desalojar a mil doscientos, la violencia que
conllevaría una reválida para nuestros jóvenes de dieciséis años
es sencillamente inaceptable. Porque, digámoslo con todas las
letras, una reválida es una experiencia muy violenta. Y pretender que
nuestros jóvenes se lo jueguen todo en un único examen de cuatro
días es tan irreal como la pretensión anterior de que puedan pasar
de curso (y entrar en el bachillerato) sin esfuerzo alguno.
¡Quien sabe sabe y quien no a la FP
básica! Pero es que nadie quiere ir a la FP básica, porque uno de
los pilares de la reforma educativa fue precisamente la promoción de
la formación profesional como vía alternativa digna al
bachillerato, y no se ha hecho.
No todos podemos hacer el bachillerato,
como no todos tenemos el capital para poner una zapatería en el
Paseo de Gracia de Barcelona. Pero precisamente la responsabilidad
de las autoridades es ofrecer a la sociedad alternativas dignas para
todo aquel que quiera trabajar, para todo aquel que quiera estudiar.
Y exigir el cumplimiento de las normas comunes.
La izquierda se traiciona y fracasa en
el mismo momento en que acepta la figura del “mantero”, de
cualquier tipo de “mantero”: Cuando acepta que puedan existir,
subsistir, sobrevivir personas en unas condiciones laborales
inhumanas, fuera del sistema legal común, y cuando acepta no exigir
a los hijos de las clases trabajadoras el mismo nivel de esfuerzo
escolar que se exige a los hijos de las clases más acomodadas.
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