miércoles, 4 de septiembre de 2019

Un pequeño homenaje

Ayer murió Antonio Romo, mi padre.
Con su vida ¡Se podría escribir una novela!
Con veinte años, la mili le sacó de la pobreza de un pueblo malagueño,
En la mili se sacó el carné de conducir, y entró de chófer de un coronel
El coronel le recomendó a un amigo suyo, un ricachón catalán, y así
llegó mi padre a Cataluña, hace más de cincuenta años.
Antonio Romo, el chofer particular de Fernando Coll Picard,
el dueño de la cervecera Damm, su chófer, su mayordomo, su hombre de
confianza, jamás  hubo servidor más leal,
jamás hidalgo catalán tuvo escudero más fiel que él contigo.
Y él  fue para tí tu señor, tu jefe, tu Dios. Lo fue todo para ti ¡Más que tus hijos!
Te llevó por todo el mundo, siempre en los mejores hoteles, los más lujosos
restaurantes, siempre juntos...
¡Nadie escribirá vuesta novela!
La de aquel burgués catalán y de su fiel servidor hasta el último  día,
aquel día que no te renovaron el carné de conducir, aquel día que tus hijos
nos enteramos de tu secreto, el Alzeimer que te comía por dentro.
Aquél día murió tu alma, ayer murió tu cuerpo.

Qué afortunados hemos sido los catalanes por
haber tenido escritores como Vázquez Montalbán, Eduardo Mendoza o Juan Marśe,que tan buena literatura hicieron con toda aquella maravillosa materia humana. Que han dejado testimonio de vuestras vidas, del alma de los charnegos.

Una cosa tenían en común los dos, el burgués catalán y el charnego andaluz:
Ambos despreciaban la lengua catalana.
Mi padre jamás aprendió una sola palabra de catalán.
¡Pero si apenas sabía leer el periódico sin mover los labios!
Pero que sí, que no le dió la gana. El siempre decía
«mientras en la Junquera haya un letrero bien grande que diga «España»...»
De tí, y solo por eso dijo nuestro president Torra aquello de

«Carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana, sin embargo, que destilan odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con moho, contra todo lo que representa la lengua. Están aquí, entre nosotros. Los repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiana en estas bestias. O un pequeño bache en su cadena de ADN. Pobres individuos! Viven en un país del que lo desconocen todo: su cultura, sus tradiciones, su historia. Se pasean impermeables a cualquier evento que represente el hecho catalán. Los crea urticaria. Los rebota todo lo que no sea español y en castellano»

Pero ¡Fíjate tú! Tu jefe, tu Dios, el Sr.Coll Picard, catalán, pero catalán catalán, perteneciente a una de las familias burguesas catalanas de rancio abolengo catalán, ese, ese tampoco habló jamás  una palabra de catalán. Español sí, y inglés, y francés, pero catalán... Decía que el catalán era una lengua de pueblerinos, de payeses, de catetos, que con el catalán no se iba a ninguna parte. A él nunca le llamaron hiena ni nada de eso...

Y por el mundo fueron aquel catalán y su fiel escudero andaluz, riéndose de todos esos políticos miserables y mediocres, sabedores ambos de esas y todas las mentiras del mundo.  ¡Cuánta literatura!

¿Pero qué literatura habrá de nosotros, los hijos? ¿Quién escribirá una novela sobre nuestras vidas? los que nacimos ya catalanes, fuimos educados en Cataluña, nos hemos casado con catalanas... ¡Qué poca literatura la nuestra!





2 comentarios:

  1. Apreciado Gerardo,

    Cuánta gracia y belleza en el texto que dedicas a la memoria de tu padre. Un tributo amoroso con su tinte político, irónico y amoroso. Recibe mis condolencias y abrazo fraterno.

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