Echemos un vistazo a
cualquiera de nuestros jóvenes estudiantes entrando o saliendo de
cualquier instituto de secundaria.
En la mano el
insustituible y imperdible teléfono móvil “smartphone”, un
minúsculo aparatito que se ha convertido en el centro de su vida
social (Whasap, Facebook, Twitter...), y en contenedor multimedia de
infinitas frivolidades (música, vídeos...) que los jóvenes
descargan y comparten una y mil veces sin coste alguno, en centro de
ocio de tantísimos videojuegos y pasatiempos.
Y a la espalda, una
pesadísima mochila repleta de quilos y quilos de papel: Los libros de texto.
Libros de texto que
podrían estar perfectamente dentro del móvil, en cómodos archivos
“pdf”, sin necesidad de ningún tipo de conexión a Internet.
Libros de texto en papel
que están en las antípodas de cualquier atención a la diversidad,
con unos contenidos mediocres y pagados por los padres a unos precios
absurdamente altos.
Unos contenidos educativos
que las autoridades educativas podrían realizar en formato digital
con un coste mínimo, para que todos los estudiantes pudieran
disfrutar de una biblioteca pública digital de libros de texto, con
un coste de mantenimiento insignificante.
En el futuro los
historiadores analizarán asombrados este momento histórico en el
que estamos para intentar comprender semejante absurdo: el porqué
teniendo como tenemos a nuestra disposición las herramientas
tecnológicas más avanzadas imaginables para almacenar y difundir
conocimientos, arrastramos año tras año la pesada losa (la
arrastran nuestros alumnos) de los libros de texto en papel. Porqué
nuestros jóvenes disfrutan de forma plena de la modernidad de los
aparatos tecnológicos pero sólo para el ocio, la vida privada y la
frivolidad, mientras que esta misma tecnología está extrañamente
expulsada de la cultura y el aprendizaje.
Para intentar comprender
esta paradoja puede ser útil el documento que encontramos en la
página web de ANELE, el lobby de las empresas españolas editoras de
libros de texto:
Este infame documento,
firmado por Santiago Muñoz Machado, nada menos que un miembro de
RAE, es un ataque directo a cualquier iniciativa educativa que vaya
en contra de los intereses comerciales de la poderosa industria
editora española.
Este bochornoso documento
nos viene a decir por las claras que el negocio de la venta y
distribución anual de libros de texto en papel a nivel estatal es un
pastel comercial que está por encima de todo, incluso de los
intereses culturales y educativos de nuestros jóvenes, y que ANELE
atacará cualquier iniciativa que vaya en su contra, todo ello con un
lenguaje belicista, militarista y soberbio que da miedo:
[...]La mayor parte
de estos programas militan bajo
a advocación Bancos de Datos, públicos y privados[...]
[...]Cataluña
inventó el
programa EDUCAT 1x1, que fue derribado
por la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de 20
de septiembre de 2012[...]
[...]Iniciativas
distintas y todavía más asombrosas
están siendo los intentos de las propias Administraciones
autonómicas de crear ellas mismas libros digitales[...]
[...]La resistencia
al cambio de libros en el curso
2014-2015 por algunas comunidades autónomas[...]
[...]El último y
asombroso frente de resistencia
de las Administraciones educativas, y de alimentación del
desorden[...]
En este documento,
este lobby empresarial asimila las autoridades educativas como
competidores empresariales:
[...]Las Administraciones
educativas compiten en los mercados en términos que vulneran la
legislación de la libre competencia[...]
Este documento, que, repito, está en la portada de la página web de
ANELE, tiene párrafos que llegan al delirio del disparate:
[...]He pensado que no se
puede idear nada más perverso para banalizar la importancia del
libro que no permitir el acceso a su propiedad y obstaculizar la
intimidad entre el niño y su primer compañero de aprendizaje. U
obligar al estudiante a familiarizarse con un pingajo sucio y
deshecho, que es imposible que se gane su afecto.[...]
Es decir: el libro es un
objeto maravilloso... siempre que sea comprado, porque si no es un “pingajo sucio y deshecho”.
¡Y lo dice todo un miembro de la Real Academia de la Lengua! ¿De
qué “intimidad” habla? ¡Ni que el libro fuera un tampax! Aquí
tenemos toda la retórica de un miembro de la Academia al servicio de
unos intereses bastardos empresariales. ¡Qué pena!
Como profesor de la
escuela pública lo que más rabia me da de este texto no es el poder
que tienen estos individos para hacerse escuchar (este documento fue
leído en el Senado el 22 de junio), sino la falta absoluta de
protagonismo que tenemos nosotros los profesores. Sencillamente no
existimos. Como si fueramos vulgares yonkis, compraremos (es decir,
haremos comprar a los padres) aquello que nos digan que tenemos que
comprar cuando se nos diga que lo hagamos.
Acabo copiando el
último párrafo que no puede ser más claro:
[...] perseguir un
supuesto paraíso en el que todos acceden por igual a los libros,
pero sin respetar los derechos de autor y desmontando una industria
cultural varias veces centenaria. Y todo ello, menospreciando la
legalidad. Es posible que una revolución así pueda hacerse, pero
habría que medir exactamente la legalidad, los métodos con los que
se aplica, y la situación económica y social a la que conduce[...]
En otros países como Italia las editoriales están obligadas por ley a ofrecer la versión de todos sus libros en formato pdf. Y no pasa nada. Aquí parece que son las editoriales las que dictan la ley, o pretenden hacerlo.
Hola Gerard, soy profesora de Didáctica de Matemática en Chubut (Patagonia Argentin), me gustó mucho tu blog, ¡te felicito!
ResponderEliminarGracias Sonia, por leer y por comentar.
Eliminar