lunes, 5 de enero de 2015

Premio Canapé de Tortilla de Patatas 2014

Este humilde blog se viste de gala para otorgar el premio

Canapé de Tortilla de Patatas 2014
Ni una frase que no sea una chorrada

al Sr. Xavier Guix por su artículo “Menos calcular y más pensar” publicado en El País Semanal del 4/1/2015.




El premio Canapé de Tortilla de Patatas es una iniciativa mía para denunciar los abusos cometidos por los engreídos gurús de la pseudociencia llamada “didáctica” o “pedagogía”, sus bochornosos artículos rellenos de una logorrea obscena y en general la lacra que suponen estas pseudociencias, todas ellas basadas en el absurdo tautológico del “aprender a aprender”, piedra sobre la que se construye la Iglesia de las Sagradas Competencias Básicas.

Desgraciadamente, así como las moscas van a cagarse en la bombilla, es en las matemáticas donde estos guías espirituales de medio pelo han encontrado un lugar óptimo para sus artículos.

El artículo empieza haciendo referencia a un problema de matemáticas de la pasada selectividad que la mayoría de estudiantes no supieron resolver de la forma óptima, rápida, y lo abordaron mediante algún método digamos más convencional, más mecánico, y desgraciadamente para ellos más lento, mucho menos efectivo, que quedó reflejado en una puntuación menor.

El tiempo limitado es un factor determinante en el examen de Selectividad, por lo que es fundamental para el estudiante decidir qué tiempo puede permitirse en dedicar a pensar el problema, decidir la estrategia de su resolución y en qué momento ha de empezar a escribir.

Vale. Hasta aquí muy bien. Esto se llama matemáticas. Yo mismo como matemático mediocre que soy, del montón, estoy acostumbrado a ver como muchos de los problemas que consigo resolver son abordados por otras personas de una manera mucho más elegante que la mía, y aún cuando los resuelvo, que no pasa siempre ni mucho menos. Y así es la vida, en la que tenemos que tomar decisiones y abordar los problemas que nos van apareciendo, con nuestros conocimientos y nuestras ignorancias. Siempre he creído que las matemáticas (como el ajedrez, el judo, los robots Arduino... vaya, cualquier cosa que no sea ver la tele) pueden ser una buena manera para experimentar la experiencia de abordar los problemas de la vida, el para qué sirven las matemáticas que tanto nos preguntan nuestros alumnos.

Pero algo pasa en nuestra sociedad, algo grave y triste, cuando la propia experiencia de enfrentarse a los problemas se convierte en carne de psicólogo, cuando la sociedad da protagonismo a estos “expertos en cómo vivir”, que al sentirse protagonistas generan estos discursos a modo de Deux Ex Machina en los que mezclan sin ningún pudor ideas y conceptos dispares: la felicidad, el sentido existencial, la crisis social, el egocentrismo, el desprecio al esfuerzo, las tecnologías, el sentido de la vida... Y aún se inventan palabros del calibre de “resultadismo”, y en los que no puede faltar alguna cita pedante a Confucio (los chinos todavía tiemblan al recordar en qué consistía el aprendizaje al estilo confuciano). Todo bien triturado y salteado dando un resultado en el que no hay ni una sola frase que no sea una monumental chorrada, pero como suele pasar con todo lo relacionado con la pseudociencia llamada “didáctica”, el truco está en que puedes escribir las mayores barbaridades y sinsentidos siempre que lo hagas de una manera tan arrogante y soberbia que dejes al lector de tonto del bote.




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