domingo, 30 de junio de 2019

...Y la maestra explotó (Chernobil educativo, segunda parte)

Decía hace dos semanas lo recomendable que es «Chernobyl», la serie de HBO, y lo útil que es para comprender la realidad educativa y política de Catalunya.

Hace una semana, una niña de diez años en una escuela de Terrassa pintó unas banderas españolas y unos «visaspañas» en su libreta. La maestra explotó (Link). La serie "Chernobyl" nos ofrece todas las claves para analizar este caso.

Una central nuclear es limpia, no contamina, no genera humos ni  residuos. Es perfecta.

En las escuelas catalanas se puede hablar de todo, la libertad de expresión es sagrada.

Pero las barras de uranio son peligrosas, y hay más de doscientas en el nucleo del reactor.

Las barras de las banderas son peligrosas. Dos en la española, cuatro en la catalana, son barras rojas de sangre. La bandera española es especialmente radioactiva, será porque tiene las barras más gordas.

El director de la central nuclear, asustado, pulsa el botón rojo de seguridad «¡Que se pare el núcleo!»

La maestra activa el botón de seguridad: «¡No quiero que dibujéis banderas!». La maestra no quiere problemas, si no hay banderas no hay problemas, prohíbe ¡prohíbe! a los niños dibujar banderas.

Pues fue pulsar el botón y el núcleo va y explota.

Pues bastó prohibirlo para que aquella niña se pusiera a dibujar banderas españolas y «visaspañas» en su cuaderno, así son los chiquillos, que basta que les prohíbas algo para que se mueran de ganas por hacerlo.

Y la maestra explota ¿Explotó realmente? ¿Agredió físicamente a la niña? ¿Hubo forcejeo? Tal vez nunca lo sepamos. En el informe oficial «solo» consta demostrado que rompió la hoja delante de los demás niños y la expulsó de la  clase dejándola sola en el pasillo.

Los inspectores llegan a la central nuclear, todos ellos son miembros del Partido, ¿qué partido? el único Partido, y redactan el informe, rápido, muy rápido. Niegan que el reactor haya explotado. Un reactor no puede explotar. Eso no puede haber pasado.

El inspector de Ensenyament, militante de ERC (como todos los cargos de Ensenyament) redacta su informe: No se puede demostrar que la profesora agrediera físicamente a la niña (en contra de lo que dicen los padres, que llevaron la niña al Hospital). Las maestras catalanas no pueden explotar. No se puede atribuir motivación ideológica en la actuación de la maestra. Silencio en la prensa. Silencio en la televisión. Silencio.

El odio, como la radioactividad, no conoce fronteras. Yo tenía la edad de esa niña, unos diez años, cuando casi me arrean una bofetada por decir «¡Viva España!» en voz alta. Y no fue en Cataluña, no, fue en un pueblo del norte de Guadalajara, y no fue ningún catalán, no, fue mi tio, un castellano viejo y militante republicano. Una militancia que no es más que una acumulación de odio, heredada de padres a hijos.

Mossos d”escuadra que explotan («La República no exite, idiota»), maestras que explotan... ejemplos de una Administración degradada y en proccso de descomposición. Chernobyl anticipó la caída de la Unión Soviética, como reconoció el propio Gorvachov. En Cataluña una niña de diez años con dos lápices de colores puede hacer estallar a una maestra.

Vale la pena ver la serie "Chernobyl". Leo en "eldiario.es": "La parte más conflictiva de la historia la del dedo acusador y crítico que hace ‘Chernobyl’ a todos aquellos dirigentes políticos -funcionarios y gobierno-, y los propios jefazos de la Central que negaban lo evidente, mientras las vidas de millones de personas corrían peligro. El secretismo y la imagen de la URSS estaba en juego, por lo que había que mantener las apariencias y de ahí, las fatales decisiones que se tomaron. El sectarismo del aparato gubernamental y político que imperaba en la URSS se empeñaba en ocultar el gravísimo incidente, hasta que llegó su repercusión internacional." (Link)

domingo, 16 de junio de 2019

Chernobil educativo en Cataluña

La serie "Chernobyl" de HBO nos puede ayudar a comprender los mecanismos de la corrupción de una administración pública. ¿Qué endimoniado motivo pudo tener el responsable de una central nuclear, Anatoli Diátlov, para aceptar saltarse las normas de seguridad? La ambición. Su propia ambición y la de los politicos de medio pelo que tenía como superiores. La central funcionaba bien, había incluso ganado premios de producción y rentabilidad, pero los políticos exigían más y más productividad, mejorar aún más los resultados, querían más medallas y más menciones...

Las normas de seguridad están redactadas en enormes "tochos" de papel, y se tienen que cumplir,  sin excepción alguna y en todo momento. Pero, ¡ay! sometidos a la presión de la rentabilidad, ciertas normas de dejan de cumplir. No hay tiempo. Nunca hay tiempo. Y poco a poco, se va generando otro listado de normas, un acuerdo verbal de todo lo que realmente se hace. Un pacto tácito, no escrito, entre los responsables de la nuclear para justificar el incumplimiento de ciertas normas de seguridad, presionados por aumentar más y más la productividad, corrompidos por una casta de políticos, lejos de la central nuclear, sin tener ni idea de cómo funciona, solo piensan en aumentar la producción y en reducir costes.

Con la prueba de selectividad de matemáticas de Cataluña pasa exactamente lo mismo. Por un lado está  el temario oficial, enorme, redactado, y por otro lado está "lo que realmente entra", lo que realmente hay que estudiar, un acuerdo tácito para no preguntar mas que ciertas cosas muy concretas, un acuerdo no escrito para reducir considerablemente el temario. Y todo para mantener la nota media, año tras año, por encima de un 6,

Por ejemplo, deducir la inversa de una matriz sabiendo que cumple la igualdad M2–M–2I=0 (problema 5) sería un problema dífícil... Si no fuera porque se sabe que entra cada año. Como se sabe que cada año entra el "Teorema de Bolzano" (Problema 4b)...

En honor a la verdad, hay que decir que este año se ha roto la "tradición", vergonzosa, de dar la función en el problema de optimización. No se dice aquello de "Comprueba que la función a optimizar es..."

Los exámenes de matemáticas se repiten año tras año siguiendo una pauta establecida no verbalmente de lo que "siempre entra" y de lo que "no entra nunca". Esto es perfetctamente comprobable, basta con entrar en repositorios de exámenes como "examenesdepau.com".

Esto no pasa solo en Cataluña. Menudo escándalo se ha montado en Valencia, donde ha entrado el "teorema de Rolle", que hacía diez años que no se estudiaba, pero que estar, lo que se dice estar, estaba en el temario.


Esto es un indicador de corrupción administrativa muy grave, pero aún más grave y perjudicial es que las pruebas de matemáticas de Cataluña son las únicas de toda España (¡18 pruebas diferentes, para mayor gloria del mamoneo político) en no pedir nada de probabilidad ni estadística. Desde hace veinte años, los jóvenes catalanes entran en la universidad sin saber qué es una distribución normal, un intervalo de confianza para una muestra, o el teorema de Bayes. Nada. Esto es muy serio, estamos hablando de aproximadamente un tercio del temario de segundo en la modalidad de "Matemáticas aplicadas a las ciencias sociales". Todo un trimestre. Y lo que es peor: Se eliminó del temario precisamente la parte "aplicable" a la vida real. Por ejemplo, para saber que incluso una central nuclear puede explotar.

El motivo (cierto o no) del porqué de esta pérdida significativa en el temario "real" me la dio hace muchos años un compañero veterano. Resulta que en Cataluña se cursaban tres horas semanales de matemáticas, mientras que en el resto de España, sin segunda lengua oficial, cuatro. (¡No había tiempo!) Y se pactó (pacto no escrito) compensarlo con una reducción significativa en el temario (el caso gallego, con segunda lengua pero cuatro horas de matemáticas, era atribuido a la mediación milagrosa del Apóstol). Pero posteriormente se recuperó la cuarta hora de matemáticas, pero jamás se ha recuperado el temario. Nadie se ha molestado en hacerlo. ¡El conocimiento se pierde pero no se recupera!

sábado, 8 de junio de 2019

Ñiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiik

Ñiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiik
 
(ruidito de las cosas que no hacen apenas ruido)

Ñiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiik

Como mi escaner mientras va barriendo, milímetro a milímetro, las páginas de mi "Ajo Blanco" de hace veinte años. Me lo encontré el otro día en una caja de revistas viejas, con una entrevista a Pascual Maragall, alcalde de Barcelona, en aquel momento candidato a la presidencia de la Generalitat de Catalunya. Un Maragall tolerante, dialogante, un Maragall socialista, reivindicando una Cataluña plural, antagónica al nacionalismo identitario. Vale la pena leerla.



Ñiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiik

Un Maragall diciendo cosas como "Aquel pacto fue la prueba de que con el nacionalismo no se puede pactar. Un día lo firman y al día siguiente lo anulan. Con el pacto fiscal ocurrirá lo mismo. No pueden ir con nadie porque su política es levantar banderas que sólo ellos pueden colocar, y más tarde convertirlas en electorales aunque no las cumplan."

Ñiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiik

Veinte años después, su hermano Ernest reclama ¡exige! para él y los suyos la alcaldía de Barcelona. ¡Qué diferente es todo! Otro Maragall, excluyente, radicalizado, podrido de veneno nacionalista, intolerante a cualquier tipo de coalición progresista.

Ñiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiik

El scaner avanza, ya le queda poco. Sí, ya sé que es una metáfora de mierda, que el avance de un scaner no es como el avance de un hidalgo cavalgando decidido hacia un molino de viento, ni el avance de la lengua de un cura lamiendo la cara de una beata desmayada en plena catedral de Ovideo. Qué más da. Lo mejor, lo único bueno del siglo XXI es un scanner con el que poder rescatar lo mejor del siglo XX, liberarlo de la tiranía del papel, y poder compartirlo en las redes del siglo XXI.

Ñiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiik

El siglo XXI es la versión pirata del siglo XX en pdf.

Ñiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiik   ¡Pic!

>>> Link <<<

domingo, 2 de junio de 2019

La leyenda del indomable

No puedo dejar de sentir compasión por el pobre policía catalán del «La república no exite, idiota». (link)

Estamos ante el primer caso de agresión con verdad punzante del siglo XXI. El ciudadano que recibió en plena cara el impacto de una verdad ni aceptada ni deseada exige a la justicia cumplida compensación por el dolor causado. El policía se enfrenta ahora a duras penas por haber agredido la burbuja metafísica de dicho ciudadano.

- ¿Qué sintió usted cuando el policía le espetó que la república no existe?

- ¡Dolor, señor juez, mucho dolor, en lo más profundo de mi ser!

Pero ¡atención! El acusado proclama su inocencia, y reincide en su agresión: (link)

- ¡Señor juez, protesto! ¡Es un dato objetivo!

La sala entera se levanta indignada.

-¡Orden! ¡Orden en la sala!

La acusación popular protesta mientras el pobre ciudadano cae de la silla en un dolor insoportable.

-Ai, quin mal! Quin dolor tan gran! Ai, que em diu que és una veritat objectiva! ¡Qué le he hecho yo a este policía para que me agreda de forma tan inmisericorde!

En Cataluña se está celebrando el primer juicio metafísico del siglo XXI, con un policía acusado de agredir con «verdades objetivas».

Todo esto me recuerda una historia que me contó un compañero hace muchos años. Fue después de una cena y los consabidos chupitos y licores, cuando un profesor de los veteranos se arrancó a contarnos a los jóvenes y novatos del instituto...

La leyenda del indomable

Todo sucedió en ese mismo instituto, muchos años atrás, en los tiempos míticos prelogsianos. Nos situarnos: Un instituto «chungo» en un barrio «chungo» dc una de las principales ciudades del extraradio de Barcelona. Un chaval insolente, insufrible, insoportable, llevaba de cabeza a los profesores.
El sujeto se aguantaba como se podía, pero un buen día las cosas se salieron ya de madre, llegó a tal punto su insubordinación, llegó su comportamiento a ser tan contrario a las normas más básicas de la convivencia y el respecto mínimo, que los profesores se vieron en la necesidad de llamar a la policía local para que se llevara aquel sujeto.

Se presentó la policía local al instituto, y aunque se puso delante del insurrecto joven un veterano agente, aun así continuaba aquel con sus impertinencias, majaderías y burlas.

Y aquel policía, sin mediar palabra, le soltó una bofetada a nuestro protagonista, solo una, pero tan bien ejecutada, que si el sopapo fuera modalidad olímpica seguro hubiera recibido las más altas puntuaciones y la aclamación unánime del público asistente.

Pero lo que se produjo fue el silencio, y hecho el silencio, el policía habló al joven, una sola frase, y aquel joven le escuchó, física y espiritualmente conmovido:

- ¿Te crees que soy un profesor o qué?

Aseguran testigos presenciales haber visto furtivas lágrimas en los ojos de los profesores presentes: Fijación de conceptos y deslinde de categorías en dos tiempos: Bofetada y frase.
 
Y aquí acaba la leyenda del indomable, que sucedió en los tiempos míticos anteriores a la reforma, en el siglo pasado.

Por cierto, en aquel mismo instituto, años después, ya entrado el siglo XXI, ocurrió un incidente muy significativo. Resulta que se descubrió que la mochila de uno de los alumnos más jóvenes, un chaval de doce años, emanaba un fuerte e inequívoco olor a marihuana. Y la dirección del centro, ante semejante evidencia  olfativa, (¡Ay, nuevamente las “realidades objetivas”, cuidado con ellas!)  decidió inspeccionar la mochila aprovechando un momento en que aquel chiquillo estaba en el recreo. ¡La que se lió fue buena! Llegó el caso a SOS Racisme (el chico era africano), y al Síndic de Greuges, con la dirección del centro acusada de agredir al chiquillo,  por haberle inspeccionado su mochila sin su permiso y sin la presencia de sus padres. El caso llegó a aparecer en El País (link).

¡Esto es el siglo XXI, idiota!



“Una novela es un espejo que se pasea por un camino real. Tan pronto refleja el cielo azul como el fango de los cenagales del camino. El hombre que lleva el espejo será acusado por vosotros de inmoral. ¡El espejo refleja el fango y acusáis al espejo! Acusad más bien a la carretera en que está el cenagal, o mejor aún, al inspector de caminos, que permite que el agua se encharque y lo forme”.

Stendhal