sábado, 3 de octubre de 2020

Ole tus cojones, Romanones

 He dedicado unos días a la lectura de "Notas de una vida (1868-1912)", la autobiografía de Álvaro de Figueroa,  Conde de Romanones, el último cacique castellano.


Tediosa, almidonada, un retrato en posición de gesta sin más objetivo que ensalzar su imagen. Aburrida como una ostra, pero ostra con perla: 

...Lo indispensable para gobernar no se aprende en los libros. Para ello no se ha escrito aún el texto único. Todo depende de la inspiración de cada momento, del golpe de vista para apreciar las circunstancias y los hombres, para advertir los peligros, para descontar lo por venir. Esto no quiere decir que no sean provechosos los libros. Lo son, y en alto grado. Pero quien gobierna puede aprovecharse de cuanto encierran los libros sin haberlos abierto; para ello ni aun tiempo debe tener; basta con que halle a su lado a alguno que se queme las cejas en sus lecturas, un técnico; que los técnicos son utilisimos cuidando de no sacarlos de su esfera porque fuera de ella son harto peligrosos. En la vida, y sobre todo en el Gobierno, constituye especial talento saber aprovecharse del talento de los otros....

Ole tus cojones, Romanones.

Tenemos que estudiar el siglo diecinueve, lo digo como inversión de futuro. Porque tal vez algún día los historiadores tendrán que alargar el siglo diecinueve hasta bien entrado el siglo veintiuno. Y volveremos a hablar de caciques, y de analfabetismo, y de una educación orientada a formar técnicos competentes, pero incultos para todo lo que "salga de su esfera", una educación basada en "competencias básicas"...