domingo, 17 de febrero de 2019

La guerra perdida del conocimiento en los institutos

Es un hecho incuestionable: Los profesores conservadores hemos sido oficialmente erradicados del sistema educativo. Sencillamente no existimos. Somos invisibles.

Y es que, por lo que parece, ser "conservador" en España tiene mala prensa, está mal visto. No queda bien para las visitas.

Pero es que una cosa es ser conservador en lo político, qué sé yo, ser el dignísimo dueño de una respetable mantequería en Astorga y tener colgado un retrato del Conde de Romanones en el salón comedor, o ser el cacique explotador de cuatrocientas fanegas de la mejor tierra de Jaén, por decir algo, vamos, ser conservador en lo político, y otra cosa es ser conservador en el ámbito del conocimiento, es decir, aquel que reivindica la función del docente: Conservar vivo el conocimiento acumulado de una generación a la siguiente.

¿Acaso es un "facha" el conservador del museo, ese que con su bastoncillo de algodón y paciencia infinita limpia la superficie del lienzo para mantenerlo inmaculado a lo largo de los siglos?

¿Y el que recoge moras en el camino y con ellas hace mermelada, es decir, hace "conserva"? Yo pregunto ¿Es cosa de militantes de VOX el noble arte, la poesía de conservar las esencias de la mora entre los cristales del azucar?¿Pues, acaso no es menos cierto, señor juez, que "compota" viene del francés compote, que a su vez deriva del latín com-ponere: juntar, acumular?

¿Acaso no clama al cielo que los mismos gurús de la "nueva educación", esos que repudian la acumulación de conocimientos en las escuelas e institutos con la boca llena de canapé de tortilla de patata, sean los mismos que llevan a sus hijos por la tarde a los "conservatorios", esos lugares que, con su característico  olor a viejuno, están destinados en cuerpo y alma a la conservación de los lenguajes ancestrales de la música clásica?

Da igual, es una guerra perdida, nadie escucha. Juicio sumarísimo y pelotón de ejecución. La muerte del conocimento en los institutos de secundaria es un hecho indiscutible, una triste realidad que deja una generación de profesores viudos, y lo que es mucho peor, una generación de estudiantes huérfanos. La siguiente generación ¡ay! ya no tendrá nada que conservar, porque conservar y trasmitir son la misma cosa: Solo se conserva el conocimiento si que se trasmite, y solo se trasmite el conocimiento que se conserva.

domingo, 10 de febrero de 2019

¡Fake Justice!

Desde hace unos días cuelga del ayuntamiento de mi pueblo (un pequeño pueblo de Lleida, gobernado por la enésima reencarnación de Convergència) una gran pancarta:
"Fake Justice"



Entiendo la indignación de la gente. No es para menos. En este país la justicia no funciona. los indeseables y miserables campan a sus anchas mientras los honestos y justos se ven obligados a esconderse bajo las piedras.

Miserables como un tal Daniel Gómez Visedo (un gurú financiero de medio pelo), que escribe hoy en el diario El País ("Una revolución en la ortografía"):

"...La ortografía es, para empezar por lo más doloroso, un mecanismo de discriminación social: las personas con una educación más limitada son incapaces de escribir con una ortografía correcta, lo que les estigmatiza y ancla en trabajos subordinados y de peor calidad. Les señala. La ortografía es una inadmisible barrera social, además de innecesaria, que debería ser abolida. Una revolución social que mejoraría las oportunidades de aquellos menos afortunados..."

Naturalmente, para decir semejante majadería (que es todo un insulto a las clases populares),  el susodicho ha procurado no cometer ninguna falta de ortografía para no quedar como el impresentable que es.

La realidad es bien distinta. De hecho es exactamente lo contrario: Actualmente el aprendizaje de la ortografía, como en general toda la cultura , es barato, muy barato, prácticamente gratuito.

La ortografía no se compra con dinero. Y esto es lo que les revienta a estos tiburones de las finanzas de medio pelo: Que los pobres puedan ser cultos, que los humildes les puedan echar en cara su incultura, su sinvergonzonería, que dejen de ser manipulables.

domingo, 3 de febrero de 2019

Sobre la inconsistencia lógica de la pedagogía y los caraduras en general

"El barbero del pueblo afeita a todos aquellos que no se afeitan a sí mismos"

Pero entonces, ¿Quién afeita al barbero? Si se afeita a sí mismo, se llega a contradicción, pues no puede afeitar a aquellos que se afeitan a sí mismos. Y si no se afeita a sí mismo, le tiene que afeitar el barbero, que es él mismo.

En este sencillo chascarrillo el matemático y filósofo Russell encontró en 1918 (Link) una paradoja lógica con la que dinamitó los fundamentos de la matemática moderna, establecidos a lo largo del siglo XIX. Os ahorro los detalles, que se pueden encontrar en Youtube, pero lo fundamental es que las afirmaciones que se refieren a sí mismas llevan veneno. Sócrates podrá ser hombre o mortal, pero no puede ser barbero.

Solo hay dos maneras de superar este conflicto: O bien todos los hombres dejan de afeitarse a sí mismos y pasan por la barbería, pues la frase "el barbero afeita a todo el mundo" no presenta el menor problema lógico, o bien el barbero debe salir del pueblo.

Los pedagogos enseñan a los profesores que no se enseñan a sí mismos, que han perdido la facultad del aprendizaje, los pobres desgraciados. Pero entonces ¿Quién enseña a los pedagogos? ¿Cómo narices aprenden? No se pueden enseñar a sí mismos, porque entonces serían autodidactas, es decir, serían su propia contradicción... Pero entonces necesitan acudir los pobres miserables al consejo de los pedagogos, de ellos mismos, ¿pero no habíamos dicho que no?

Sueñan las pulgas con comprarse un perro, y sueñan los pedagogos con dominar el mundo educativo (y lo están consiguiendo), pero mientras existamos profesores que nos neguemos a ser afeitados, los pedagogos no podrán estar en el pueblo.

¡Y bien que les va a los pedagogos fuera del pueblo!, Sin pisar un aula, deciendo las chorradas más descomunales, libres de cualquier atisbo de rigor  lógico. Pegagogos convertidos en peda-gogós mediáticos, ¡oh la sagrada pedagogía!, que te permite decir una cosa y la contraria, los encontramos cada día en la prensa: Matemáticos metidos a pegagogos («las matemáticas del instituto son muy diferentes de las de la Universidad» decía aquella), filósofos metidos a pegagogos...

¡Incluso cocineros metidos a pedagogos! Un fuerte aplauso para Ferrán Adriá, con su proyecto "Sapiens", con sus propias palabras, es “[...]un guirigay tridimensional" basado en el "conocimiento 'linkado" y la "decodificacióun taxonómica". "Un 'software' que te pones en la cabeza y tú definirás la intensidad con la que quieres aplicarlo", aunque a la vez se trata de un 'work in progress...'. (link) Tú di que sí, majo, ole tus huevos deconstruidos, tienes toda mi solidaridad, nosotros los charnegos catalanes también tenemos derecho a pillar cacho y vivir del chollo. 



Todo cabe en la olla podrida de la pedagogía, y si nos ponemos en plan libertario ya es la hostia, the limit is the sky. Un amigo argentino, preocupado como nosotros por la educación, me pasa este "meme" de un tal Baradel, líder sindical de los docentes argentinos:



Se acaba el tiempo de los hombres libres, de los que se afeitan a sí mismos.. Yo seguiré afeitándome con el cuchillo, como John Wayne.