domingo, 27 de noviembre de 2022

Estamos vencidos. Estamos vendidos.

Y aún hay gente que cree en la lucha por el sistema educativo. Aún hay gente que se niega a aceptar que  la guerra acabó, y que la hemos perdido. 

Hace unos días me encontré en mi casillero  de la sala de profes un panfleto de uno de los principales sindicatos de profesores de Cataluña, aspepc-sps, a todo color, poniendo a parir la evaluación por competencias básicas:

Preservem l'ensenyament del "disbarat competencial". L'objectiu gens dissimulat és rebaixar el nivell acadèmic per abaratir costos amb "l'empleabilitat" com a criteri prioritari.

(Preservemos la enseñanza del "disparate competencial". El objetivo poco disimulado es rebajar el nivel académico para reducir costes con la empleabilidad como criterio prioritario)

Mensaje: "¡Hey, profesorado tradicional!, ¡Estamos con vosotros!"

Días después el mismo sindicato hace público que ofrece un curso de formación en "Formación por competencias", con el aval d'Ensenyament, explicando exactamente como rebajar el nivel académico y como reducir costes con la empleabilidad como criterio prioritario.

 A ti profesor te da puntos y al sindicato le da dinero, porque estos cursos los cobra de la Conselleria d'Ensenyament. Los sindicatos  hacen caja, ganan dinerillo con el que poder pagar los trípticos a todo color que envía a los institutos, mantiene a los liberados sindicales...

Lucha por su propia supervivencia, igual que todos nosotros. Todo en una inmensa cadena de hipocresías y contradicciones, en la que todos, profesores liberados y no liberados vivimos, pagando nuestras facturas a sueldo d'Ensenyament, que es quien paga la fiesta, y se rie de todos nosotros.

Por eso, la próxima vez que vengan sindicalistas a tu instituto, a la hora del patio, antes de dejarles solos con sus habituales chorradas, ofréceles un trozo de tu madalena, media manzana de tu desayuno, déjales pagado un cortado en la cafetería, porque tú también te podrías encontrar en su misma situación algún día.



jueves, 17 de noviembre de 2022

Las notas cambian (primer año triunfal pedagogista)

Leo hoy mismo en La Vanguardia:

Descarga aquí una captura del artículo completo


Las notas cambian y deben incluir un plan de refuerzo para el escolar que suspende

[...]El cambio más importante es que el profesor dará información cualitativa y personalizada y, en el caso de que el niño o adolescente haya suspendido, especificará las accionnes que programará para que progrese y aprueba. Esto es para todos los alumnos de la educación básica, de 6 a 16 años.[...]

[...]que cuando un niño no alcance los conocimientos mínimos estipulados se incluyan de inmediato medidas de corrección concretas para evitar que arrastre la falta de conocimiento e impida progresar en los siguientes objetivos[...]

[...]La nueva evaluación[...]busca no constatar el fracaso del alumno, sino conocer las dificultades que ha tenido y poner remedio, aplicando en cada caso un plan individual de refuerzo educativo[...]

[...]La finalidad de esta medida es evitar las repeticiones, el fracaso y, en última instancia, el abandono escolar , actundo en el mismo momento en que se producen las primeras dificultades en el aprendizaje, para evitar que estas crezcan a lo largo del curso hasta el putno de que se conviertan en inabordables para el alumno[...]

Y para rematar:

[...]Si a pesar de introducir medidas correctoras (atención grupal o individualizada, mayor tarea individual...) las dificultades persisten, se planificará nuevas acciones contando con la ayuda de personal educativo[...]

Y lo que el artículo no dice lo digo yo: contando con la ayuda de personal educativo... que no llegará nunca porque la Administración Educativa alegará que no tiene un puto duro y que te tienes que joder como docente con lo que hay, y que si no puedes llegar a todos los alumnos pues mira, tú ya si eso haz lo que buenamente puedas, porque desde el año 2009 vamos saltando de crisis en crisis, de recorte en recorte, y total, si el año pasado podías dar clase con veinticinco alumnos, también podrás aguantar este curso con una ratio de treinta. Que peor están en Ucrania.

La clave de bóveda de todo este disparate no está en lo que se exige al profesorado: Todo el profesorado ya hace lo que puede por corregir y ayudar a los alumnos más necesitados. Todo el profesorado ya detecta las dificultades de los alumnos con problemas y actúa aplicando planes individualizados.

La cuestión aquí es que todo el profesorado tendrá que redactar todas estas acciones en el boletín de notas. Algo absolutamente inútil, una sobrecarga burocrática más. 

Pero ¡ojo! solo en aquellos alumnos que suspendan. Es decir, el mensaje es en este punto nítido: Si suspendes al chaval, tendrás tú como profesor que redactar más que todo lo que el chiquillo ha trabajado en todo el trimestre. Apruébalo y quítate un problema de encima: El problema (la locura) de redactar qué acciones piensas hacer, qué déficits has detectado, que medidas se van a tomar... Y a ver qué dices, a ver qué escribes, no sea que ofendas al chico o chica, o que ofendas a los padres, que les señales con el dedo, les culpabilices de alguna manera...

Y no es solo un disparate burocrático. Es una invasión total del espacio de la familia, de las competencias de las familia como responsables del seguimiento de sus hijos. Es pretender que el profesorado asuma toda la responsabilidad del proceso educativo.

Todo esto es, finalmente, terriblemente cruel. La mafia de la pedagogía ya ha ganado la guerra, ya se ha adueñado de todo el espacio de formación preuniversitaria. No hay ninguna necesidad de machacar tanto al profesorado, cautivo y desarmado, las tropas pedagogistas han ya alcanzado ya sus últimos objetivos. La guerra ha terminado