Para los docentes mal llamados "tradicionales", una vez aceptada la derrota, solo nos queda el exilio. Que puede ser un exilio exterior, si tienes suerte de caer simpático a un sindicato que te libere, por poner un ejemplo, o un exilio interior, porque sencillamente no tengas alternativa profesional que dar clases.
Si estás leyendo estas líneas es porque seguramente tú también estás, como yo, en el gulag.
Pongamos cortinas en las ventanas que tapen un poco esos feos barrotes. Que no se acaba el mundo. Es más, podemos echar unas risas, que no nos quiten (también) el buen humor. Estamos entre compañeros.
El compañero en el exilio Andreu Navarra nos cuenta (link) el caso de ese profesor de Asturias, Yván Pozuelo, que ha sido expedientado por poner un diez a todos sus alumnos. Las autoridades educativas argumentan que con ello ¡impide a sus alumnos una justa evaluación!
¡Ahí tienes a Yván!, en su charla TED, tan guay, tan majo, tan enrollado, tan moderno él, que no pone deberes dice. Que no hace exámenes porque cuando haces exámenes no das clase, dice. Que pone dieces a todos sus alumnos, que si son 150 alumnos, él pone 150 dieces, dice. ¡Con dos cojones!
¡Pues le han expedientado, al pobre! Pero un expediente gordo, de esos de 2000 páginas. ¡Será posible!
¡Declaro a este insigne educador, Yván Pozuelo, ganador del Premio Canapé de Tortilla de Patatas 2021 al gurú pedagógico del año!
¡Un saludo, Yván, desde el gulag!