domingo, 19 de junio de 2016

Félix Mestres y el aprendizaje del dibujo

Uno de mis pasatiempos favoritos es viajar en el tiempo. Pero no a cualquier tiempo, a lo loco, no. Me visto discreto, con sombrero, y un elegante bastón y me teletransporto hasta Las Ramblas de Barcelona exactamente cien años atrás. Hoy toca el 19 de junio de 1916. Es lunes. Allí compro “La Vanguardia” del día en algún quiosco, bajo hasta el café La Ópera. Una vez he comprobado que el camarero que me atiende no sospecha que yo, en realidad, soy un turista espacio-temporal (mi disfraz es perfecto), ya me puedo relajar hojeando plácidamente la prensa y viendo pasar gente. Veamos qué dice hoy el diario.

El pintor Félix Mestres (retratado por Ramon Casas)

Reparto de Premios. Academia provincial de bellas artes. 


Con gran solemnidad celebró la sesión pública de reparto de premios, que presidió el conde de Lavern, presidente de la corporación, teniendo a su lado al señor Die y Mas, representante del gobernador civil; al señor Sansalvador, por la Diputación provincial; al señor Martí Ventosa por e1 alcalde; el canónigo doctor Ángel Brugueras, por el señor Obispo; don Federico Fontrodona, director accidental de la Escuela de Artes e Industria y Bellas Artes. Concurrieron, además, don Vicente Artigas, por el Ateneo Barcelonés; don Carlos Pirozzini, por la Junta de Museos; don Juan Llimona, por el «Círcol Artistich de Sant Lluch»; don Alejandro Cardunets por el Círculo Artístico; don José María Tamburini, por la Asociación Literaria y Artística, don Buenaventutia Basegoda, por la Asociación de Arquitectos; don Jose María Sabater, por la Cámara de Comercio; don Enrique Moncerdá, por la Escuela municipal de Artes del distrito VIII; don Rafael Segura, por el instituto General y Técnico; don Antonio Vila, por la Escuela de Bellas Artes de Sabadell.
Asistieron, además don Arturo Masriera, don Félix Mestres, don Manuel Rodriguez Codolá y los profesores señores don Antonio Parera, don Julio García Gutierrez, don José Triadó, don Manuel Pallarés, don Eduardo Vacas y el señor Gausarachs.
Abierta la sesión, el secretario dio lectura a la memoria correspondiente, en la cual se especifica cuáles son los trabajos en que se ocupó la corporación.
Inmediatamente, e1 académico e ilustre artista don Félix Mestres Borrell leyó un discurso en que trató de «Orientaciones sobre la enseñanza del dibujo». Es un trabajo muy concienzudo donde son expuestos serenamente puntos de mira relacionados con la enseñanza del dibujo, estudiando, desapasionadamente, tanto los métodos que antes estuvieron en boga, cual los que se trata de imponer, y, a la vez, trayendo a tan complejo problema aspectos de orden personal, hijos de la experiencia del autor.
Ante la imposibilidad de condensar lo más substancioso de ese estudio, que fué escuchado con gran atención, preferimos reproducir de él unos párrafos
Dicen así:
»Quisiéramos, como Viollet le Duc, que al formarse la inteligencia del niño, se le enseñara a servirse del lápiz, al igual que se 1e enseña a hacerlo con la pluma.
»En el estudio del dibujo hay, indiscutiblemente, dos elementos: el trabajo material o ejercicio del ojo y de la mano, y e1 trabajo intelectual, o sea la costumbre de observar con exactitud. grabando en la memoria el recuerdo de lo visto, de suerte que el espíritu pueda sacar deducciones de la comparación. Mil veces pasamos por delante de un objeto, mirándolo ávidamente porque nos interesa, y creemos conocerlo, no ya en su forma general, sino en sus más nimios detalles. pero cuando llega el día que tenemos necesidad de dibujarlo, entonces nos convencemos de que lo desconocíamos absolutamente. En cambio, e1 que adquiere el hábito de dibujar en la forma que diré luego, en el menor esfuerzo dibuja todo lo que mira con cierta atención, del mismo modo con la misma sencillez que va colocando los signos ortográficos en un escrito. Pero para ello es preciso este acto de fijar la atención. ¿Cómo se logra?
»Según los más eminentes pedagogos modernos, solamente es educativo cuanto despierta un profundo interés en el alumno; luego para alcanzar este resultado precisa conocer previamente el campo de interés del educando y, dentro de él, elegir las materias. No olvidemos esta verdad y convengamos en que tan ridículo resulta poner ante un niño la Venus de Milo para que la dibuje, como a un joven de diez y siete años, una pelota o un trompo.
»Desde las primeras lecciones debemos encaminar la enseñanza a que sea el dibujo un medio de expresión, y no, como hasta aquí, de simple reproducción; puesto que la necesidad de expresar gráficamente un objeto la sentimos siempre que no le tenemos delante y ella crece más, cuando lo que se desea reproducir es fruto de nuestra imaginación.
»Si desde párvulo le acostumbramos a reproducir gráficamente lo que sus ojos han visto, le avivamos el instinto de observación, que es, en síntesis, la finalidad que debemos perseguir en todas las prácticas, para que éstas no resulten inconscientes, a la par que le familiarizamos, desde un principio, con la convención que representa el dar idea en un plano del relieve y las distancias, cosa que para nada se alcanzaba con la ya desterrada copia de la estampa, pues tanto el niño como el adulto educados en aquella forma se quedaban perplejos al tratar de interpretar directamente del natural cualquier objeto. Por lo tanto, la mejor manera de aprender a dibujar es la dicha, haciéndolo directamente del natural; pero con la condición de que, al mirarlo, nos lo expliquemos, analizando las propiedades y diferencias que existen entre sus partes, porque es el modo que se acostumbra el ojo a ver justamente, estableciéndose una relación entre el órgano de la visión y el cerebro; que es la que le aprovecha.
»A guisa de digresión para el estudio, apuntaré la idea, de si sería un medio más eficaz para obligar al niño a este esfuerzo de la observación intensa, hacerle ya empezar dibujando, después de desaparecido el modelo de delante sus ojos, práctica que no sería ninguna novedad.
»En el terreno de los hechos, ya resulta ser siempre el dibujo de memoria la primera forma de manifestarse el niño en la escuela y por lo mismo, es indiscutible que debemos fomentársela, procurando, empero, prodigar cada día más los estudios del natural, a fin de que las falsedades del dibujo de memoria no degeneren en viciosas y permanentes. No es esto. Además de velar para que vayan hermanando los ejercicios del dibujo de memoria con los del natural, he de ocuparme, también, en la semilibertad de formación del educando, en facilitarle los medios de expresión, y como a menudo la representación de las imágenes se puede obtener con mayor facilidad de un modo completo, en el espacio que en un plano, el modelado en relieve debe simultanearse con el dibujo en las escuelas elementales; así como dará buenos resultados explotar la natural inclinación del párvulo a los colores, que bien manejados pueden ser un gran auxiliar para la mejor comprensión de la forma.
»La copia del yeso, lo creo sinceramente, se presenta excesivamente árida a los ojos del niño en ese primer período. Claro que, científicamente, lo mismo da copiar un sólido en yeso, que un objeto real cualquiera; pero pedagógicamente resulta muchísimo más interesante la reproducción, por ejemplo, de una pelota con sus sectores de distintos colores, que no el mismo objeto vaciado en yeso, pues de aquella suerte se ve obligado a fijar su atención en las formas que adquieren las diferentes secciones de la esfera. Aparte de esto, los vaciados tienen el inconveniente de que, siendo en número limitado los que se disponen para la enseñanza, siempre resulta que el alumno conoce de antemano el efecto que debe lograr, por haberlo visto reproducir a otros compañeros, lo cual es innegable que nada favorece la libre observación.
»Preferible será, pues, darle a copiar juguetes y objetos de su agrado, a colocándolos poco a poco en posiciones anormales, a fin de aumentando las dificultades; flores y hojas, que reproducirá valiéndose de lápices de colores, iniciándole, progresiva e insensiblemente, en la ejecución de combinaciones simplicísimas, encaminadas a decorar determinados espacios y, por consiguiente, acostumbrándole, sin esfuerzo, a la utilización del natural, como medio decorativo, sin caer en el defecto de informarle de manera inverosímil, pues el mismo conocimiento que irá adquiriendo de la naturaleza de ellos cuidará de impedírselo.
»Ejercicios similares que estimo de gran utilidad para la formación del educando, son, darles elementos del natural para que puedan escoger entre ellos y simplemente combinarlos a su antojo, sin llegarlos a dibujar: como hacer un ramo, un lazo, presentar unas frutas; con semejantes combinaciones de color y de forma, va aguzándose su ingenio y se le depura paulatinamente el gusto, poniéndole en disposición de ensayar composiciones. Para éstas se escogerán temas fáciles, apropiados a su grado de desarrollo, y más que nada al ambiente en que se mueva, como representar oficios que le sean conocidos, aspectos impresionantes de la naturaleza que les envuelve, hasta llegar a la ilustración de pequeñas historietas. Veremos en estos últimos ejercicios como se manifiesta la imaginación del niño con sorprendente originalidad, siendo, por lo mismo, de una imponderable utilidad pedagógica, pues a más de resumir los estudios de retentiva, encariñándole, como consecuencia, más y más en los de observación, le harán sentir los primeros goces de lo que debe ser el fruto de sus estudios o sea la visión e interpretación personal.
»La auto-corrección es, en el dibujo, el camino que nos conduce a la perfección. El trabajo que se ejecutaba, corrigiendo día tras día; trabajo en que colaboran el profesor y el alumno, resultaba labor verdaderamente estéril, de una nulidad absoluta en el terreno educativo.
»No es ésta, como todos sabemos, la misión del profesor.
»Colóquese al niño, desde la primera lección, ante un objeto cualquiera: una taza, por ejemplo; y una vez la tenga dibujada espontáneamente hagámosle discurrir en la siguiente forma: ¿qué te parece de la relación de la altura con la anchura? ¿es como tú la has hecho, más alta que ancha, o al revés? aun en el caso, muy probable, de que lo haya interpretado equivocadamente, veremos como al formularle la pregunta, al obligarle a relacionar, nos contesta sin vacilar y con acierto. Repitamos la pregunta, haciéndole poner en relación el asa con el cuerpo de la taza, el plato con el conjunto de ésta, y después de estos simples raciocinios le habremos dado la más grande lección de dibujo, puesto que le fue despertada la visión de las Proporciones; lección que más adelante completaremos, dándole, en parecidos términos, de los Volúmenes y, finalmente, de la Estructura».
Acto seguido se procedió al reparto de medallas de plata, entre los alumnos que la obtuvieron por oposición entre los sobresalientes de la especialidad.
He aquí los premiados:
Curso de 1911 a 1912.—Por Composición decorativa (Escultura), don Celestino Paloi Albertí.—Por Anatomía artística, don Antonio Vidal Arrufat.—Por Perspectiva, don José Girbal Mauri.—Por dibujo artístico, don Luis de Val Selles, doña María Gatuellas Perrer.—Por estudio de las formas de la Naturaleza y el Arte (Pintura), don Lucas Faces Elias.—Por estudio de las formas de la Naturaleza y el Arte (Escultura), don Enrique Jorba Olivé.— Por concepto del Arte e Historia de las Artes decorativas, don Ramón Esclasans Batlle. — Por Dibujo del antiguo, don Ricardo Fernández Rocabert.—Por Escultura del natural, don Francisco Font Contel.
Curso de 1913 a 1914.—Por Teoría e historia de las Bellas Artes, doña María Gatuellas Ferrer.—Por composición decorativa (Pintura), doña Francisca Rius Sanuy.—Por dibujo del natural, don Antonio Vila Arrufat.—Por Anatomía artística, don Eduardo Vergés Aviles.— Por paisaje, don Juan Vila Puig.—por dibujo artístico, don Ernesto Euguice Malaret, doña Luisa Altisent Ceardi, doña Filomena Valls Torruella, don Luis Muntané Muns, don Carlos Llobet Raurich y don José Musté Prim.— Por carpintería y muebles, don José Salat García.—Por concepto del Arte e historia de las Artes decorativas, don Rogelio Darder Marsá,. —Por perspectiva, don Joaquín Sola Vilaró.— Por dibujo del antiguo, don Antonio Vila Arrufat.— Por escultura, don Isidro Aguilar Romagosa.
Terminado el reparto, hizo uso de la palabra el conde de Lavern, presidente de la Academia, quien, en elocuentes períodos, después de encomiar el discurso del señor Mestres Borrell y de felicitar a los alumnos premiados, a los cuales dijo que las medallas que habían recibido eran tanto como un símbolo de su aplicación, símbolo de su porvenir si prosiguen tan estudiosos cual hasta aquí, se congratuló de la asistencia de los representantes de las autoridades, de quienes, en hermosos conceptos, solicitó apoyo moral y material para que la Academia, que cumplió con su glorioso pasado, pueda, en el día, atender a su objeto, y ser guardadora de la pureza de los sentimientos de la belleza, llevando al hogar irradiaciones del espíritu de los artistas, ya que no es sólo por el perímetro que ocupan las ciudades, por lo que son grandes, sino por el alma que en ellas alienta. Advirtió que no pueden tomarse por cuerpos muertos aquellas corporaciones donde se hace vida de sentimiento, porque éste es creador de la vida moderna.
El diputado provincial señor Sansalvador, en calurosas frases, manifestó, con motivo del sentimiento expuesto por no haberse repartido Bolsas de Estudio y de Viaje, que ello obedece al presente estado de Europa, añadiendo que la Corporación que representaba seguirá su tradición de propulsora del arte y que en el camino que se ha trazado en favor del desenvolvimiento de la cultura catalana, no cabe que deje desatendido factor tan importantísimo cual artístico; cual lo viene demostrando, contribuyendo al aumento del Museo y efectuando obras en el antiguo Palacio de la Generalidad.
Con expresión correcta se dirigió al señor Martí Ventosa a la Academia, saludándole en nombre del alcalde y enalteciendo su labor y a la vez ofreciendo su concurso, para cuanto pueda proporcionar a la Corporación medios de desenvolverse. Tuvo, además, palabras alentadoras para los premiados.
El representante del gobernador civil, señor Díe y Mas, en un elocuente discurso, felicitó al profesorado y a los alumnos, haciendo presente a éstos que el premio que habían recibido correspondía por mitad a ellos y a sus maestros, que es hijo del consorcio de entrambos.
Con ello se dio por terminado el acto. Cuantos tuvieron parte en él fueron muy aplaudidos.

Lo malo de las máquinas del tiempo es que chupan mucha batería y después de un rato tienes que volver al presente. Pero gracias al estupendo servicio de hemeroteca digital de La Vanguardia podemos disponer de aquellas páginas de La Vanguardia y podemos disfrutar de artículos como este, incluso con la tipografía original.

Podemos volver a un tiempo en el que la pedagogía era una ciencia útil al servicio del conocimiento y del aprendizaje, y no se había convertido en el monstruo pseudo-teológico que es ahora.

Cuando las ideas pedagógicas estaban al servicio de los maestros (¡y no al revés!) para mejorar el proceso de aprendizaje de los alumnos en aspectos concretos, antes de convertirse en el horrible Santo Tribunal de la Inquisición que es ahora.

Nos dice el maestro que para aprender a dibujar es mejor trabajar con figuras al natural que copiar láminas, que es interesante ofrecer lápices de colores a los alumnos más jóvenes, que hay que invitarles a reflexionar mientras dibujan... ¡tantas cosas se pueden mejorar en el aprendizaje del dibujo! Pero lo que no se hace en ningún momento es negar la necesidad del esfuerzo y del trabajo constante por parte del alumno, no se miente ni se engaña a nadie (como los pedagogos modernos mienten y engañan) con la  majadería de un aprendizaje puramente lúdico, sin esfuerzo, sin perseverancia.

Naturalmente, los mismos principios que valen para el dibujo valen naturalmente para cualquier otro aprendizaje. El profesor de música Alberto Royo, en la última entrada de su blog, ironiza contra la pedagogía moderna cuando ésta pretende que para aprender qué es una sonata de Bach...  ¡lo mejor es que el alumno interprete una!

Por cierto, mientras tomaba el café en Las Ramblas fui testigo de algo insólito: Una carga de la guardia civil a caballo contra un grupo de mujeres huelguistas armadas... ¡con abanicos! Os recomiendo un viaje en el tiempo en la lectura de la página 3 del diario:

http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/1916/06/19/pagina-3/33332472/pdf.html

para descubrir el desenlace de tal desigual batalla.




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