El libro de texto en papel no es en sí
mismo un producto obsoleto. Nuestros jóvenes se pasan cada día más
tiempo delante de una pantalla, y no es descabellado imaginar un
futuro en el que se reivindiquen las virtudes del libro en papel, o imaginar un futuro en el que la sociedad reivindique
para las escuelas y institutos ser espacios “sin pantallas”, el
único espacio en el que nuestros jóvenes experimenten con papeles,
lápices, tijeras... (¿acaso ese momento no ha llegado ya?)
Lo que es inaceptable y éticamente
aberrante es el negociete, el chiringuito lucrativo que tienen
montadas las editoriales alrededor del libro de texto, libros de
texto de una penosa calidad y a un precio desorbitadamente absurdo,
distribuidos a las familias mediante compras masivas en el mes de
junio ¡antes de acabar el curso anterior!, aprovechándose de la
buena voluntad desinteresada de las AMPAS, saltando las pequeñas
librerias de barrio que tendrían que ser las distribuidoras
naturales de estos libros.
Lo vergonzoso no es el absurdo volumen
de libros que compran las familias catalanas cada año, muchas veces
con un esfuerzo económico muy importante, lo vergonzoso es que, para
mayor gloria de la cuenta de resultados de las empresas editoriales,
las familias tienen que comprar los libros cuando todavía no se han
definido las necesidades educativas de sus hijos, convirtiendo el
libro en la negación directa de toda posible adaptación curricular.
El negocio de los libros de texto se
encuentra, al menos en Catalunya, en un estado patético, moribundo,
y supone una pesada rémora en el progreso educativo.
La Vanguardia del dia 6/9/2014 ofrece
una noticia “Los libreros catalanes denuncian regalos de editoriales a profesores para que escojan sus libros de texto” que
es todo un homenaje al despropósito.
Las editoriales nos denuncian a
nosotros los profesores por aceptar “todo tipo de artículos” a
cambio de escoger los libros de texto... de una determinada
editorial. Y lo sueltan en los medios de comunicación a las bravas,
poniendo en entredicho la honradez del profesorado, en vez de
denunciar y publicar el nombre de esas editoriales y de qué regalos
se trata.
Yo en quince años en Ensenyament no he
visto nunca semejante práctica. Hace años era común ofrecer junto
a los libros uno o dos ordenadores portátiles para el departamento,
o un cañón proyector, o una pizarra digital, pero estos materiales
siempre quedan en el instituto como material de uso pedagógico,
nunca para uso personal. (me acuerdo de un caso hace años en un
instituto de la Costa Brava en el que el cap de departament tenía el ordenador portátil en casa para jugar a la butifarra
“online”, pero fue un caso aislado)
Otra práctica que denuncian es la
compra de packs de libros: Los libros de todas las asignaturas de una
única editorial a cambio de importantes descuentos. Es sencillamente
indignante que las propias editoriales denuncien la estrategia de
aumentar beneficios a costa de inflar pedidos cuando esta estrategia
es la norma en el sector desde siempre.
Por poner un ejemplo, los libros de
matemáticas de la editorial Santillana se ofrecen en tres volúmenes
independientes para cada trimestre escolar, “Motxilla lleugera”
(mochila ligera), sin embargo es totalmente imposible la compra de
uno de estos volúmenes por separado, se tienen que comprar los tres
a la vez, aunque a lo mejor el tercer volumen no se llegue a utilizar
nunca por el motivo que sea.
Es interesante observar que esta
situación no se produce en otras zonas de España. Leyendo el
artículo “Nueve de cada diez centros optan por mantener los mismos libros de texto pese a la LOMCE” del periódico navarro “Diario
de Notícias” (11/9/2014), se nos presenta una situación
totalmente diferente. Las escuelas y institutos navarros reciben una
dotación económica cada cinco años para comprar los libros de
texto y una dotación menor anual para reponer el porcentaje de
libros deteriorados. A cambio, los institutos se comprometen a
mantener estos mismos libros al menos cinco cursos, un compromiso que
les lleva incluso a rechazar el cambio de libros que (supuestamente)
implica la nueva ley educativa LOMCE. Un sistema claro y transparente
en el que cada uno (profesorado, administración pública, editorial...) asume su parte de derechos y responsabilidades.
Un detalle que encuentro muy
significativo: En La Vanguardia se dice “[...] en ocho años el
libro de texto se ha encarecido casi un 40% [...]”, y uno no
entiende el motivo de semejante aumento, pero en el diario de Navarra se afirma al
final “[...] hemos perdido un 40% de facturación anual [...]”.
Ah! eso sí, eso ya me lo creo. No hace falta tener un MBA en ESADE
para entender que no es lo mismo un encarecimiento del 40% que una
pérdida de facturación del 40%, aunque son dos conceptos que se suelen confundir, sobre todo cuando se trata de dinero público.
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