domingo, 11 de octubre de 2015

El batido de las competencias y el caso Volkswagen

El último anuncio de la multinacional Nestlé es alucinante: Utilizar y reivindicar la imagen de la madre “mala” que hace comer a su hijo la verdura... para vender un potingue químico azucarado que es la pura antítesis de una sana alimentación.



“Si algún día tu hijo te dice que eres una madre mala es que eres muy buena, porque alimentarles bien no siempre es fácil” se oye mientras vemos a una madre obligando a comer un plato de verduras a su hijo. Igual que hizo su madre con ella cuando era pequeña, y la madre de su madre, generación tras generación. Unas verduras que aunque no tienen el sabor de un batido azucarado industrial, alimentan, son sanas y muy baratas.
El niño,con la boca llena de verdura, diciéndole "mala" a su madre. Hace años, al niño le hubiera caído un buen "batido"...

Y todo esto para vender un producto “Meritel Junior” que es exactamente la antítesis de todo esto: Un batido hiperazucarado, carísimo, totalmente artificial pero de intenso sabor para “compensar” precisamente las carencias vitamínicas que tengan los niños que no comen las verduras.

Por un lado tenemos una alimentación “tradicional”:
  • Obligación, disciplina de comer verduras (poco sabor, o sabor desagradable al niño).
  • Producto barato no industrial basado en el mercado de proximidad.
  • Cultura alimenticia basada en los padres y los valores familiares.
  • Recetas “de toda la vida” sencillas (cocidas, salteadas, crudas)
  • Contenido rico en vitaminas naturales.

Por otro lado tenemos el batido “Meritel”:
  • No se necesita obligar, no se requiere disciplina de “sentarse a la mesa” (Sabor intensísimo hiperazucarado)
  • Producto carísimo industrial de una multinacional.
  • Cultura alimenticia basada en expertos nutricionales.
  • Sin preparación: solo hay que echar agua.
  • Contenido en vitaminas artificiales.

Dos formas de entender la alimentación diametralmente opuestas, pero que gracias a la “magia” de la publicidad se mezclan y justaponen frenéticamente hasta generar el mensaje deseado por la empresa: “Si quieres alimentación sana... compra potingues industriales”.

En la educación actual pasa lo mismo con las “competencias básicas”.

Por un lado tenemos el aprendizaje “tradicional”:
  • Obligación, disciplina por parte del alumno en aprender conceptos, contenidos.
  • Materiales didácticos baratos, de hecho actualmente a un coste cero, totalmente amortizados después de años y años.
  • Formas de enseñar “de toda la vida”, la lección magistral, con participación activa de los padres.
  • Asignaturas llenas de contenidos culturales

Por otro lado tenemos el substituto del “aprendizaje competencial”:
  • Los contenidos se aprenden "sin esfuerzo", “entran solos” (alumnos “hipermotivados”)
  • Materiales didácticos carísimos, en manos de multinacionales editoriales que sólo ellas saben qué hay que explicar y que cambian constantemente.
  • Formas de enseñar “revolucionarias” que sólo los "expertos" parecen conocer.
  • Destrucción total de la división en asignaturas: Los contenidos se aprenden en un batido informe: “aprendo cualquier cosa en cualquier momento en cualquier asignatura”...

Y sobre todo una campaña mediática brutal para imponer la idea de que la enseñanza basada en competencias es la única posible, sin la más mínima posibilidad de la más mínima posición crítica: El aprendizaje tiene que ser para el niño como el darle un batido hipervitaminado e hiperazucarado industrial. Todo lo demás es la tortura infantil de comer verduras.

La Vanguardia del 23/9/2015 lleva un editorial sobre educación:


en la que podemos leer:

[...] La OCDE define las competencias (o habilidades) como el conjunto de conocimientos, capacidades y atributos que toda persona puede adquirir y que le permiten desempeñar de forma adecuada y consistente una determinada actividad o tarea, susceptibles de desarrollarse y ampliarse posteriormente a través del aprendizaje[...]

Es la OCDE, una institución internacional de carácter marcadamente neoliberal, la que define las competencias. En realidad no es una definición, puesto que habilidades, conocimientos, capacidades y atributos que toda persona puede adquirir y que le permiten desempeñar de forma adecuada y consistente una determinada actividad o tarea, susceptibles de desarrollarse y ampliarse posteriormente a través del aprendizaje... Es cualquier cosa, es todo. A ver quien es el guapo que es capaz de decir qué no es un conocimiento, capacidad o atributo que toda persona puede adquirir y que le puede permitir en algún momento desempeñar de forma adecuada... bla, bla, bla...

Es decir, hasta aquí estaríamos hablando de un ejemplo más de retórica pedagógica tan pomposa como vacía, típica de la didáctica, nada más.

Pero el editorial continua:[...] Las competencias, en un mundo tan acelerado tecnológicamente como el actual, se han convertido en el elemento impulsor clave del éxito económico y del bienestar personal en el siglo XXI, en la medida que impulsan la productividad y el empleo de calidad[..]
 
Un mensaje que serviría igual para vender un producto educativo, un complemento vitamínico o una bebida energética.

Hasta ahora, “el elemento impulsor clave del éxito económico y del bienestar personal en la medida que impulsan la productividad y el empleo de calidad” tenía un nombre: se llamaba Cultura. Y las personas se dividían en cultas e incultas. Y la cultura es adquirir conocimientos, con estudios, con asignaturas, mediante esfuerzo y disciplina personal.

Pero ahora no, ahora hay que vender el nuevo producto “competencial” basado en la negación absoluta del esfuerzo del alumno (productos didácticos motivadores, “hiperazucarados”). Y para venderlo hay que mezclarlo bien mezclado con un montón de conceptos que más bien son deseos, resortes emocionales: “bienestar personal”, “éxito económico”, “productividad”, “empleo de calidad”... ¿Quién puede rechazar todo esto? Como diría Groucho Marx, yo quiero todo esto... ¡y dos huevos duros!

Me pregunto cuales son los referentes educativos para este nuevo escenario de “bienestar personal” basado en el “éxito económico” y la “productividad”. Ya no serán, esto está claro, las personas cultas, los sabios, no. Serán individuos como los ingenieros y directivos de la multinacional Volkswagen, que manipularon durante años los motores de los automóviles que fabricaban para engañar los sistemas de medición de humos contaminantes, para mayor gloria del “éxito económico” y la “productividad” de la compañía. Propongo traer a estos ingenieros y directivos a nuestras escuelas e institutos para que compartan con todos nosotros, profesores y alumnos, sus "competencias y habilidades", para que nos hablen de su altísimo nivel de competencia y sobre todo de su sin duda altísimo nivel de “bienestar personal” alcanzado. Todo un ejemplo para nuestros jóvenes.Un mal ejemplo.

1 comentario:

  1. Competencias, habilidades y talento. La palabrería básica para el éxito económico de los nuevo traficantes de seres humanos.

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