Este anuncio a toda página de La
Vanguardia del dia 22/4/1977 (pàgina 3) nos muestra un tiempo en el
que el negocio de los libros de texto era legítimo y honesto,
ofreciendo productos con publicidad en la prensa, competiendo en
calidad y innovación educativa.
Todo lo contrario de lo que es
actualmente: una industria obsoleta que sólo se mantiene en vida por
la enorme subvencion de dinero público que recibe, el dinero que los
padres dedican cada año en comprar los libros de texto para sus
hijos, directamente o indirectamente mediante cheques educativos.
La Asociación Nacional de Editores de
Libros (Anele) se encuentra en pie de guerra porque la llegada de la
nueva ley educativa LOMCE (La ley Wert) se está encontrando con la
insumisión de muchas de las CC.AA. en la renovación de los libros
de texto. Muchas CC.AA. se niegan a obligar a los padres a cambiar
todos los libros de texto porque esta nueva ley sólo afecta al
temario de unas pocas asignaturas. Y esto, claro está, va en contra
de los intereses de los editores.
Es realmente interesante ver como
funciona la política comercial de los libros de texto escolares.
Dentro de un sistema de libre mercado como el nuestro, podríamos
suponer que los editores tendrían que vender sus productos, los
libros de texto, con publicidad, mostrando sus excelencias y ventajas
respecto a los de la competencia y al hecho de no comprarlos. Y con
la misma ingenuidad podríamos suponer que estos productos, los
libros de texto, se venderían en librerias, donde se muestran estos
libros, los puedes coger, ojear, comparar en contenido y precio...
Pues no. Nada de esto pasa en el
negocio de los libros de texto escolares. El negocio de los libros de
texto se realiza en los pasillos y despachos del poder político.
Podemos leer en El Pais (6/7/2014)
“José Moyano [Presidente de Anele], ha remitido un informe a la
Vicepresidencia del Gobierno, en el que se señala que ocho de las 17
comunidades autónomas están recomendando a los colegios que no
cambien los libros de texto y que, por lo tanto, se empleen manuales
no adaptados a la nueva ley educativa”. Así funciona esta gente,
remitiendo informes directamente a la vicepresidencia de la nación
con “listas negras” de comunidades sumisas y insumisas. No
sabemos el tono con el que se presentó, si fue con altaneria
“semelosobligueacomprarlibrosnuevosperoya” o más suplicante
“vicemiraestosquenocompranlibrosnuevosdilesalgojopelines”.
En el diario El Mundo (20/7/2014)
leemos más declaraciones de José Moyano: «El ministro tiene un
problema de liderazgo y no le siguen ni las comunidades del PP. Esto
es un caos», denuncia José Moyano, presidente de la Asociación
Nacional de Editores de Libros (Anele), «preocupado» por cómo va a
repercutir la situación en el sector. «Es la primera vez en la
Historia de España que un cambio normativo no viene acompañado de
un cambio de libros de texto». Este señor debe ser realmente
poderoso para atreverse a señalar con el dedo así tan farruco a
todo un ministro. Porque no estamos hablando de industrias
importantes como la automovilística, ni estratégicas como la de
armamento, estamos hablando de unos señores que fabrican unos libros
escolares en la era de Internet.
Lo más triste de todo es que, como
suele pasar en toda industria subvencionada, no ha tenido la más
mínima necesidad de innovación, con el resultado penoso de quedarse
totalmente descolgada de la revolución digital de los últimos
veinte años, con productos que no son ya atractivos para nadie, ni
alumnos, ni padres ni profesores (¿alguien conoce algún docente que
valore positivamente el libro de texto?)
En una entrevista pasada a la revista Eroski, el señor José Moyano nos ofrece toda una declaración ética:
“Nos preocupa que las políticas de gratuidad generen una impresión
a la población de que todo es gratis. No valorar el libro, la
creación o los derechos de autor es una política nefasta que hace
un daño enorme y que perjudica en lo más identitario de nuestro
país que es nuestro patrimonio cultural.”
Leemos en El País (9/1/2014): “En
2004, recuerda [Moyano], el ejecutivo socialista paralizó con un
real decreto el calendario de aplicación de la Ley Orgánica de la
Calidad de la Educación (LOCE), aprobada cuando gobernaba el PP y
que no llegó a aplicarse. Esto supuso un perjuicio que Anele calcula
en 50 millones de euros para el conjunto del sector porque los libros
ya habían sido impresos, incluso distribuidos en parte. El Estado
tuvo que compensar a las editoriales que reclamaron judicialmente por
responsabilidad patrimonial."
Ya vemos como las gastan esta gente. O
compramos sus libros por las buenas, o nos los harán pagar a las
malas "por lo penal". ¿hasta cuando?
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